En Argentina, la forma de preparar el mate es un debate eterno: ¿dulce o amargo? Si bien la tradición se inclina por el amargo, la realidad es que existen muchas más variantes, algunas sorprendentes por no usar ni yerba mate ni azúcar.
Mate amargo: la esencia de la tradición
El mate amargo es, sin duda, la forma más tradicional y preferida en la mayor parte de Argentina. Se considera la manera más "auténtica" de disfrutar esta infusión, ya que permite saborear plenamente el gusto natural de la yerba mate.
Este método se asocia con el ritual de compartir y la idea de que el mate debe tomarse "como es", sin aditivos. Es especialmente popular en las provincias del Litoral, grandes productoras de yerba, así como en otras regiones del interior del país.

Mate dulce: una preferencia con variantes
Aunque el amargo domina, el mate dulce tiene sus adeptos, especialmente entre los jóvenes, quienes se inician en el consumo de mate o en regiones como el Noroeste Argentino (NOA).
En estos casos, se añade azúcar o edulcorante para suavizar el amargor característico de la yerba. Ciudades como Buenos Aires muestran una mayor apertura a estas variantes, siendo común encontrar el mate dulce o con hierbas aromáticas.
Más allá del duelo: innovación en el mate
Más allá de la dicotomía dulce o amargo, la creatividad en la preparación del mate no tiene límites en Argentina. Para sorpresa de muchos, algunas personas lo preparan con coco rallado, ya sea solo o mezclado con yerba.
Otros prefieren endulzarlo con cáscaras de naranja o limón, o incluso añadir miel, entre una amplia variedad de aderezos que demuestran la versatilidad de esta icónica bebida.