La nueva guerra Irán-Israel
El mundo mira asombrado y esperemos angustiado, un nuevo conflicto bélico con bombardeos a poblaciones civiles. A sólo ochenta años del horror de la Segunda Guerra Mundial, volvemos a tener tres conflictos armados que los poderosos de la tierra no logran controlar o tal vez no quieren.
Tenemos en la región el inmenso beneficio de no haber sido territorio físico de aquel gran horror ni de ninguno de los actuales, y además no tener, al menos con los datos que conocemos, ni siquiera la remota posibilidad de tener un conflicto armado entre países del cono sur de América.
Nuestros conflictos, el fallo de la Corte
Da la sensación de que no nos detenemos ni el espanto por el nuevo conflicto, ni el alivio por estar tan lejos. Si vemos la exacerbación de nuestros propios conflictos, como si eso fuese lo más importante que nos ocurre. Obviamente nos referimos al reciente fallo de la Corte que confirmó la condena a la ex presidenta,
Esta afirmación surge de ver el tiempo y énfasis con el que en los medios nos ocupamos del tema, al igual que la dirigencia política. Tenemos la gran duda de cuántos de esos millones de ciudadanos de a pie que lidian cotidianamente con una realidad adversa, comparten que ese tema es el prioritario hoy, tal como lo expresan los que pueden expresarse.
Otro conflicto que ha merecido menos espacio
Se nos ocurre mencionar otro tema que en los últimos días ha ocupado algún lugar en la opinión pública. La mitad de nuestros niños, luego de cinco años de escolaridad, no entienden lo que leen. Las voces de alarma y preocupación ocuparon todo el espectro dirigencial, sin que nadie desentonara, acuerdo total en lo malo de la noticia.
A alguien se le puede ocurrir un drama mayor en este mundo, dejando de lado la guerra, en que el conocimiento y la innovación tecnológica es la mayor fuente de riqueza y de trabajo, que la mitad de tus niños de 8/10 años no entiendan lo que leen?
Frente a esto, alguna manifestación de preocupación, nada más, ya está, esperemos la nueva medición a ver si mejora.
¿Cuál fue la reacción de nuestra dirigencia en aras de en serio comenzar a solucionar el problema? ¿Qué lugar le dimos los medios en la agenda pública? ¿Alguna modificación presupuestaria para el tema educativo? ¿Algún cambio en la preparación de nuestros docentes? ¿Algo nuevo? Nada de nada.
¿Los que hoy festejan el citado fallo o los que se angustian o lloran por el mismo tienen hijos, nietos, que son víctimas de este tremendo desatino, no sería entonces más sensato que bajaran el nivel de confrontación por el tema del fallo y se avocaran juntos ya, a comenzar a solucionar el problema para que nuestros hijos, nietos puedan tener futuro en el cambiante mundo en que les tocará vivir?
La sensatez de priorizar los problemas
Se nos ocurre pensar que sería más sensato priorizar nuestros problemas y ocuparnos de los mismos respetando sus prioridades, con todas nuestras entendibles, lógicas y respetables diferencias frente a la compleja realidad. Seguramente una de las características positivas de nuestro país es la inmensa diversidad de su recurso humano, y su potencialidad demostrada en forma individual en el campo de la ciencia, los deportes, la innovación, el arte. Pero a la vez esa innata vocación por exacerbar los conflictos que surgen, insistimos de nuestras entendibles diferencias de opinión, de sentimiento, de formación, de intereses, que nos hacen retroceder sistemáticamente a un permanente fracaso colectivo del que estamos profundamente cansados.
Tal vez sea hora de repensar como nos vinculamos, con un método sensato de procesar diferencias, para poder afrontar con éxito los graves problemas que nos afligen, por ejemplo, que nuestros niños entiendan lo que leen.