Una investigación internacional de gran relevancia ha encendido las alarmas en la comunidad científica: se ha confirmado la alarmante expansión del gen 'npmA2', una pieza genética que confiere a las bacterias una resistencia total a los aminoglucósidos, una clase de antibióticos fundamentales en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Este gen, detectado por primera vez en Japón en 2003, ha resurgido y se ha diseminado silenciosamente por el mundo, encontrándose ya en humanos, animales y el medioambiente en países como Alemania, Francia, el Reino Unido, China, Australia y Estados Unidos.
Lo más preocupante de 'npmA2' es su capacidad para actuar como un "pasaporte genético", saltando entre diferentes especies bacterianas y potenciando la virulencia de patógenos ya de por sí difíciles de controlar. Se ha observado cómo ha pasado de la Escherichia coli a incrustarse en la Clostridioides difficile, responsable de graves infecciones intestinales, e incluso en la Enterococcus faecium, una bacteria con alta mortalidad cuando se propaga por el torrente sanguíneo.
Esta transferencia genética convierte infecciones comunes en prácticamente incurables, exacerbando la crisis de las superbacterias.
Expertos advierten que la resistencia a antibióticos es una "pandemia silenciosa", considerada el mayor problema sanitario de la humanidad, causando 1.2 millones de muertes anuales a nivel global. La situación se agrava por la escasez de nuevos descubrimientos de fármacos, con más de 30 años sin una nueva familia de antibióticos.
Ante este sombrío panorama, los investigadores urgen a la implementación de medidas preventivas y nuevas estrategias. Es fundamental promover la vacunación, evitar la automedicación, controlar el uso de antibióticos tanto en humanos como en animales, y reforzar prácticas básicas de higiene como el lavado de manos.
La expansión del gen 'npmA2' es un llamado a la acción global para proteger la efectividad de nuestros tratamientos y evitar un futuro donde infecciones simples vuelvan a ser mortales.