Las mujeres no deberían rasurarse, o al menos eso es lo que nos han hecho creer. A lo largo de los años nuestra abuelas y madres han repetido una serie de mitos de porqué no deberías elegir la rasuradora o la máquina de afeitar para sacarte los pelos.
En su lugar, las mujeres nos hemos resignado a usar otros métodos mucho más costosos y más dolorosos como la depilación con cera, la pinza de depilar, la máquina de depilación eléctrica o la depilación definitiva. Sin embargo, en este nota vamos a derribar algunos de esos mitos.

Cinco mitos sobre el afeitado femenino
- Afeitarse hace que el vello crezca más grueso y más rápido: la hoja de una rasuradora corta el pelo sobre la superficie de la piel, lo que hace que el vello cortado parezca más grueso y oscuro cuando vuelve a crecer pero esto no significa que haya cambiado el color o el grosor. De hecho si lo dejas crecer un poco más verás que sigue igual.
- Rasurarse hace que la piel se reseque: una hoja de afeitar afilada puede retirar las células muertas y la descamación de tu piel, junto con el vello. Afeitarse adecuadamente en realidad ayuda a mantener tu piel saludable.
- Usar una afeitadora nueva puede causar cortes: en realidad las afeitadoras viejas o desafiladas pueden causar daño. Las hojas desafiladas tiran del vello en tu piel y se sienten más ásperas cuando las deslizas sobre la piel, lo que puede provocar más irritación después de la rasurada.
- Presionar la rasuradora hará que la afeitada sea más precisa: mucha presión incrementa la posibilidad de que sufras rasguños y cortes. Si tienes que apretar mucho para que funcione entonces tienes que cambiar de afeitadora por una nueva.
- Depilarse a contrapelo da un resultado más suave: lo ideal es afeitar a favor del pelo. Al afeitar en la dirección en que crece el vello, la cuchilla no tira ni levanta el vello, lo que reduce la fricción y la irritación de la piel. Además, hay menos riesgo de que se produzcan pelos encarnados.