Para lograr un sueño reparador y combatir el molesto insomnio, uno de los factores más subestimados pero cruciales es la temperatura del ambiente donde dormimos.
Expertos en salud del sueño coinciden en que existe una temperatura ideal para dormir que facilita el proceso de conciliación del sueño y permite mantenerlo sin interrupciones.La ciencia indica que la temperatura óptima para un dormitorio se sitúa generalmente entre los 18° y los 20°.
Este rango no es arbitrario; está directamente relacionado con la regulación térmica de nuestro cuerpo. Al acercarse la hora de dormir, nuestra temperatura corporal central disminuye naturalmente. Un ambiente fresco en la habitación ayuda a nuestro organismo a alcanzar y mantener esta temperatura más baja de manera eficiente, lo que señaliza al cerebro que es momento de iniciar y profundizar el ciclo del sueño.
Si la habitación está demasiado cálida, el cuerpo tiene que trabajar más para disipar el calor, lo que puede provocar sudoración, inquietud y despertares frecuentes. Por otro lado, un ambiente excesivamente frío puede generar incomodidad, haciendo que los músculos se tensen y perturbando la relajación necesaria para dormir mejor. Ambas situaciones son barreras directas para una calidad del sueño adecuada y pueden contribuir significativamente al insomnio.

Para lograr esta temperatura ideal, se pueden implementar diversas estrategias. Utilizar un termostato programable, elegir ropa de cama adecuada a la estación, ventilar la habitación antes de acostarse y optar por pijamas transpirables son medidas efectivas.
Es importante recordar que las necesidades individuales pueden variar ligeramente, pero mantenerse dentro de este rango general suele ser beneficioso para la mayoría de las personas. Priorizar un ambiente para dormir fresco y oscuro es una inversión directa en tu salud del sueño y bienestar general.