Pablo Cazabán
Democracia y elecciones: oportunismo sin transparencia
El autor del artículo, Pablo Cazabán, responsabiliza a los oficialismos por el alto grado de ausentismo en los procesos electorales. El impacto de la especulación para definir el calendario electoral.En estos días hemos podido observar, con algún grado de asombro, los altísimos niveles de ausentismo en los distintos procesos electorales que se han llevado a cabo en distintos distritos del país. Algunos de ellos nacionalizados (CABA) y otros donde se ponía en consideración nada más nada menos que la reforma de la constitución de la provincia (Santa Fe).
Tal vez ese sea el escenario más probable para los próximos procesos electorales en el resto de los distritos y en las elecciones nacionales donde se deberá elegir la mitad de la Cámara de Diputados de la Nación y un tercio del Senado Nacional, y en el caso de Mendoza la mitad de los legisladores provinciales y comunales.
Ahora bien, lo primero que podemos advertir es que ese fenómeno de ausentismo es parte de la pérdida de expectativas del grueso de la sociedad respecto a la oferta electoral o, lo que es peor, respecto al sistema democrático como herramienta útil para alcanzar los objetivos de la sociedad y los individuales. Como lamento absurdo debemos decir que este es un fenómeno global.
Por otro lado, y solo como un componente más, se advierte que este ausentismo obedece a la falta de transparencia en el proceso electoral, entre algunos de los múltiples tópicos de análisis.
Cuando hablamos de falta de transparencia no nos referimos, en este momento, a los diversos sistemas que tienen los distritos, tales como boleta única, boleta partidaria, papel o electrónico; a lo que nos referimos es respecto al proceso de toma de decisiones de convocatoria a elecciones y cronograma electoral, que se presenta como tan importante como el sistema electoral.
La manipulación y especulación de los responsables de los poderes ejecutivos – en algunos casos con la participación de los legislativos- con relación a cuándo y cómo se llevan a cabo los procesos electorales se presenta como muy opaco y con un claro desprecio por la opinión y participación ciudadana.
Es así que vemos con asombro, y porque no indignación, como se suspenden los procesos de selección de candidatos (PASO) so pretexto de ahorro de fondos públicos o, lo que es casi perverso, a fin de no “cansar” a la ciudadanía, poniendo en crisis las flacas democracias en el seno de los partidos políticos. Es decir, lejos de ser una solución es una acentuación de los defectos del sistema.
Por otro lado, somos espectadores de como los ejecutivos cavilan cuando convocan a elecciones basados en especulaciones personales, ya sea conforme al ritmo de las alianzas electorales o bien de la evolución de los procesos partidarios internos.
Hemos podido ver esas divagaciones en la fijación del cronograma electoral en CABA y Provincia de Buenos Aires basados en intereses meramente personales o como medio de resolver tensiones internas o personales. Con total desparpajo se discute públicamente que le conviene a cada uno, dejando de lado los intereses colectivos.
En el caso de Mendoza, la situación es peor aún, dado que aún no sabemos cientos de miles de mendocinos ni con cual sistema votaremos (si es con PASO o no) ni cuando elegiremos nuestros legisladores locales (provinciales y comunales).
Tan es así, que el Gobernador, con total desparpajo, manifiesta que el sistema electoral a utilizar o la fecha de las elecciones (que por ley debería ser en febrero y abril del año próximo) se fijarán conforme a como avancen las conversaciones privadísimas con la Hermana Presidencial – alter ego del Presidente- y basado solo en la garantía que la fuerza libertaria no reclame lugares en las listas de legisladores provinciales para así consolidar o garantizar la imprescindible mayoría que requiere el Gobernador para sostener en sus manos la totalidad de la institucionalidad, emulando a gobernadores que son centro de las críticas del propio Cornejo (se viene a nuestra mente nombres como Insfrán o Zamora).
Es decir, todas las circunstancias y sistema electoral depende del antojo y necesidades de un gobernador que se somete a la voluntad de un Presidente que ha dado sobradas muestras de falta de respeto por el federalismo y que solo piensa en sus necesidades de conseguir la mayor cantidad posible de legisladores doblegando la voluntad de gobernadores que, como el de nuestra provincia, solo priorizan mantener mayorías legislativas resignado los intereses del conjunto de las mendocinos.
A la par, observamos, con igual asombro e indignación, como las fuerzas opositoras e incluso aliados del gobernador se abstienen de alzarse ante tanta arbitrariedad – salvo honrosas excepciones- dado que les resulta útil para neutralizar reclamos internos de democracia partidaria, o bien, porque esperan contar con la bendición presidencial para que les reconozcan un lugar en las listas nacionales o provinciales.
Todo esto se desarrolla ante una sociedad que no da muestra activa del hartazgo y se contenta con no volver al pasado a pesar que el presente no es más venturoso que aquel.
En definitiva, la dirigencia (“ castas” en el diccionario libertario) pasada y presente sigue con la lógica perversa de priorizar sus intereses personalísimos omitiendo cualquier atisbo por el interés común o colectivo.
La falta de transparencia u opacidad de la toma de decisiones en temas tan sensibles como es el sistema electoral, como sucedáneo de la participación ciudadana, no solo es la regla sino que es una de las formas de acentuar los motivos de la pérdida de expectativa en el sistema democrático.
Sería loable, deseable y necesario que las definiciones del sistema y el cronograma electoral estuvieran despojados de intereses personales y que fueran parte de un procesos de toma de decisiones inteligente, sostenible y despojado de la voluntad de una única persona.
No se puede naturalizar que un tema tan sensible como es el sistema electoral quede a expensas de especulaciones antojadizas de los gobernantes de turno.
Mendoza merece más y mejor democracia.
Pablo Livio Cazaban
D.N.I. 20.452.415
Director del Instituto de Ética y Transparencia
ACEP ( Asociación Civil de Estudios Populares)