En la comunicación no verbal, los pequeños gestos cotidianos a menudo esconden un significado que va más allá de lo superficial. Uno de los hábitos más comunes es tocarse la nariz de manera repetitiva, una acción que muchas personas realizan de forma inconsciente en medio de una conversación, en una reunión o incluso en solitario.
Los especialistas en psicología y lenguaje corporal han analizado este comportamiento, encontrando varias explicaciones.
Una de las razones más atribuidas a este gesto es la ansiedad. Cuando una persona se siente nerviosa o experimenta una tensión interna, el cuerpo tiende a buscar una forma de descargar esa energía. Tocar la nariz se convierte entonces en un movimiento de auto-regulación, una suerte de válvula de escape para el malestar emocional.
Sin embargo, el gesto no siempre tiene un componente emocional. En el ámbito social, puede ser un simple reflejo de incomodidad o inseguridad, especialmente en situaciones donde la persona se siente observada, como en una entrevista de trabajo o una exposición. La psicología también lo vincula a la búsqueda de autocontrol, sirviendo como una manera de canalizar la frustración o la impaciencia.
Además de los factores psicológicos, el comportamiento puede ser un simple hábito adquirido, similar a morderse las uñas o jugar con el cabello. No obstante, si el gesto se vuelve excesivo o compulsivo, los psicólogos señalan que podría ser una señal de un nivel de ansiedad más elevado de lo habitual, recomendando en estos casos consultar con un especialista para abordar la causa subyacente.