El pequeño ojal en la solapa izquierda de tu saco o traje formal, que los franceses llaman "boutonnière", no es un simple adorno. Este detalle tiene una larga historia ligada a la elegancia masculina y el estricto protocolo ceremonial en la moda.
Originalmente, este ojal fue diseñado con un propósito muy específico: sostener una flor natural. Claveles o gardenias eran las elecciones más comunes, usadas en eventos de gran formalidad como bodas, recepciones diplomáticas o ceremonias militares durante los siglos XIX y gran parte del XX. Era esencial para completar el atuendo de gala.

De hecho, se dice que la tradición de usar una flor en la solapa se popularizó gracias al Príncipe Alberto, consorte de la Reina Victoria de Reino Unido. La leyenda cuenta que, para su boda en 1840, Victoria le regaló un pequeño ramillete de flores que él insertó en un corte de su levita, dando origen a la tendencia del boutonnière.
Aunque en la actualidad la mayoría de los sacos industriales vienen con este ojal cosido y sellado, perdiendo su funcionalidad, en la alta costura y la sastrería tradicional aún se refuerza a mano con hilo y puntadas precisas. Esto asegura que, si lo deseas, puedas colocar una flor auténtica y honrar su propósito histórico.

Aunque ya casi no se estila, llevar una flor en el ojal sigue siendo un gesto de distinción en la moda masculina clásica, aunque su uso actual es más simbólico que funcional. En la realeza británica, por ejemplo, es habitual que los príncipes y jefes de Estado lo usen durante eventos oficiales.