El envejecimiento poblacional ya no es una tendencia, sino una de las transformaciones sociales más profundas del siglo XXI. Con la esperanza de vida superando los 75 años en la mitad de los países, y acercándose a los 74,6 años en Argentina (con una expectativa mayor para las mujeres, 77,6 años), la ciencia y los estilos de vida se vuelven cruciales para garantizar que más años de vida se traduzcan en una mayor calidad.
La conmemoración del Día Internacional de las Personas Mayores es una oportunidad para poner el foco en los desafíos que implica este fenómeno, especialmente cuando las proyecciones indican que para 2030 habrá más personas mayores que jóvenes en el planeta.

El rol de la ciencia y el desafío de la inmunosenescencia
El espectacular aumento de la longevidad es, en gran medida, un triunfo de la ciencia. La Dra. Agustina Elizalde destacó que los progresos en medicina preventiva, el desarrollo de vacunas y el acceso a tratamientos innovadores han logrado "transformar la historia natural de muchas enfermedades, como las cardiovasculares o ciertos tipos de cáncer".
Sin embargo, a medida que el cuerpo envejece, también lo hace su sistema de defensa: un proceso conocido como inmunosenescencia. Este debilitamiento del sistema inmunitario deja a los adultos mayores más vulnerables a enfermedades, incluso aquellas contra las que ya tenían protección.
Frente a esto, la vacunación se consolida como una herramienta preventiva "poderosa" que va más allá de la niñez. Es primordial que los adultos mayores se mantengan al día con el calendario de inmunización y sus refuerzos, ya que la protección puede disminuir con el tiempo, y algunas enfermedades prevenibles son particularmente graves en esta franja etaria.