Tras diez años, Cornejo se convirtió en todo lo que criticaba
Este 9 de diciembre se cumplen 10 años del día en que Alfredo Cornejo asumió como gobernador en el año 2015. Llegó al gobierno con intenciones de ordenar la provincia pero ahora parece haber incorporado los mismos vicios que criticaba.
Se convirtieron en lo que criticaban. Esas seis palabras alcanzan para hacer un resumen breve sobre los 10 años de Gobierno de Cambia Mendoza. Construyeron una imagen de gestión moderna y eficiente en contraposición con la negligencia y la corrupción de los gobierno de Celso Jaque y Francisco Pérez. Sin embargo, el paso del tiempo terminó dinamitando la filosofía de la “revolución de lo sencillo”, de gestores comprometidos, de paladines de la transparencia. Hoy son lo mismo que vinieron a cambiar.
Quizás funcionen los ascensores en el Hospital Central, o se avance con obras gracias al fondo del resarcimiento, pero tienen las mismas mañas que le endilgaban a la gestión de Francisco Pérez. Cuestionaron durante años a Pérez por su relación con la constructora CEOSA, y hoy Fernando Porreta es el empresario predilecto deAlfredo Cornejo. Afirmaban que la inversión en el metrotranvía era escandalosa y se desvivían por ponerle frenos. Ahora son ellos los que actualizan partidas para seguir con la traza.
El gobierno de Francisco Pérez fue malo para la provincia de Mendoza, pero los vicios parecen repetirse. Funcionarios que se creen intocables e impunes, declaraciones juradas que sorprenden por el patrimonio de las personas que conducen los hilos de la provincia.
Francisco Pérez y Alfredo Cornejo en el año 2015.
En su momento se escribieron extensas crónicas sobre las críticas de la UCR al peronismo. Denuncias por como funcionarios del gobierno de Celso Jaque se quedaron Fundación Santa María y la Universidad Champagnat. Sospechas por las actualizaciones de precios en la obra pública. Investigaciones por las irregularidades en la declaración jurada de Francisco Pérez y su esposa Celina Sánchez.
Pero ahora los que se autoperciben como defensores de la institucionalidad no dicen nada sobre el incremento millonario en el patrimonio de Rodolfo Suarez, que siendo gobernador se hizo con dos hectáreas en en la zona más exclusiva de Mendoza, y una casa de lujo junto a los proveedores del Estado Adrián Yacopini y Santiago Durany.
Alfredo Cornejo y Santiago Durany, proveedor del Estado que recibe miles de millones en pauta.
El escandaloso uso del dinero de la pauta oficial fue algo que le criticaban a los gobernadores peronistas pero al llegar al gobierno olvidaron los proyectos que habían presentado para regularla. En cambio, utilizaron la pauta para condicionar a los medios igual que lo hacían los gobiernos anteriores.
A lo largo de 10 años fueron decepcionando a su propio electorado que cada vez les tiene menos estima. Y lo saben. Por eso Alfredo Cornejo decidió subirse a la ola violeta de Javier Milei. Fue en defensa propia.
Cornejo fue aliado de Néstor Kirchner, Mauricio Macri y ahora de Javier Milei.
El ministro de Gobierno de Alfredo Cornejo es quien hoy preside la Suprema Corte de Justicia. ¿No estaban en contra de que Jaque propusiera a su ministro de Gobierno Mario Adaro? Alfredo Cornejo fue muy crítico del exprocurador de la Corte, Rodolfo González, al que acusaba de responder al PJ. Cuando se jubiló le regaló una botella de vino El Enemigo. Pero inmediatamente después propuso el pliego de Alejandro Gullé y el propio Cornejo tomó las riendas de las políticas de persecución penal. Gullé, aunque se desviven en desmentirlo, responde a las órdenes de su compañero de cancha. El ejemplo más burdo fue el de Las Heras en plena campaña cuando todo el peso cayó sobre el díscolo radical Daniel Orozco. De ser el mejor intendente de Las Heras desde el retorno a la democracia, al irse con Omar De Marchi a La Unión Mendocina pasó a transformarse en un ladrón inescrupuloso. Pura casualidad.
La incidencia de Alfredo Cornejo sobre los órganos de control como el Tribunal de Cuentas y la Oficina de Ética Pública también son un ejemplo del “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. Néstor Parés, Liliana Muñoz, Andrea Molina y Gustavo Riera son cuatro cornejistas que encabezan el Tribunal de Cuentas. Creer que van a revisar las cuentas y denunciar irregularidades de su exjefe es ser ingenuo. Y hay fallos concretos que evidencian el doble estándar que manejan.
Como en el libro Rebelión en la Granja, de George Orwell, los cerdos terminaron imitando las conductas de los humanos a los que venían a sustituir. Se convirtieron en lo que criticaban.