España
Finalmente, los independistas catalanes rompieron con Pedro Sánchez
El presidente había prometido una amnistía para el ex presidente catalán Puigdemont, pero no cumplió.La decisión de Junts pone en una situación crítica al gobierno de coalición (PSOE y Sumar), cuyos siete votos son vitales para la mayoría parlamentaria. Mientras el gobierno intenta rebajar la tensión, su socio minoritario, Sumar, ha mostrado fastidio, calificando la acción de Junts como una mera "escenificación". La oposición, liderada por el Partido Popular (PP), aprovechó la crisis para insistir en un adelanto electoral y pedir explicaciones urgentes a Sánchez sobre cómo garantizará la gobernabilidad. Sin embargo, Junts evita apoyar al PP, sabiendo que una coalición de derecha (PP y Vox) resultaría en la derogación de la Ley de Amnistía, lo que representaría un gran revés para el independentismo catalán.
“Game over”. Las amenazas del independentismo catalán de dejar de apoyar al gobierno de Pedro Sánchez se concretaron con un anuncio en el Congreso y un videojuego a lo Mortal Kombat: colgaron, en sus redes sociales, un dibujito animado el presidente del gobierno que pierde por nocaut la lucha de artes marciales en la que la vocera parlamentaria de Junts per Catalunya, Miriam Nogueras, lo termina expulsando de un hemiciclo repleto de diputados convertido en ring, informó Clarín.
“Cuando se rompe se rompe”, dijo este viernes Nogueras, un día después de haberse reunido con sus compañeros de banca para anunciar que la Legislatura quedaba bloqueada y que, de ahora en más, votarán en contra de todas las leyes que el gobierno de coalición progresista pretenda aprobar. Entre ellas, la más importante para garantizar la gobernabilidad: la de presupuestos.
“El señor Sánchez sabe, desde el primer día, que nuestros votos no están al servicio de la estabilidad de España sino al servicio de Cataluña y de los catalanes”, dijo Nogueras el jueves en una rueda de prensa en el Parlamento.

La acompañaban los otros seis diputados de Junts, el partido del ex presidente catalán Carles Puigdemont, quien huyó de España en 2017, luego del intento fallido de declarar la independencia de Cataluña.
Gran parte del enojo de los suyos con Pedro Sánchez anida en que el ex presidente catalán aún no puede regresar a su tierra sin caer en prisión. Porque la ley de amnistía, que el gobierno logró aprobar en mayo del año pasado, está en manos de la interpretación de los jueces -muchos de los cuales la siguen considerando inconstitucional- y todavía están en veremos algunos recursos presentados en el Tribunal Constitucional.
La amnistía para Puigdemont y para todas aquellas personas que hubieran colaborado en el referéndum de autodeterminación ilegal del 1 de octubre de 2017 y la posterior declaración unilateral de independencia figuraba en los acuerdos que el PSOE de Sánchez y el partido de Puigdemont firmaron en 2023 para lograr la reelección del actual presidente.
Junts, la sigla que representa al independentismo catalán de derecha, mucho menos conciliador que los separatistas de Esquerra Republicana, fue uno de los siete partidos que pactaron volver a investir a Pedro Sánchez jefe del gobierno. Todos firmaron a cambio de algo. Un algo que Junts considera que el presidente Sánchez no cumplió.
“Hasta la ruptura nosotros dialogábamos, negociábamos, cerrábamos acuerdos”, repasó la portavoz de Junts este viernes.
“Llevábamos 19 reuniones en el extranjero, con mediación internacional, para poder llegar a acuerdos que van mucho más allá de la lista del supermercado que hacen los otros partidos -ironizó Nogueras-. Nosotros plantamos encima de la mesa una realidad que es un conflicto político histórico que hay entre las dos naciones, la catalana y la española. Todo esto se ha acabado. Quiere decir que se ha acabado el diálogo, que se ha acabado la negociación.”
Nogueras lo resumió de este modo: “En noviembre del 2023 firmamos un acuerdo con el Partido Socialista (que lidera Pedro Sánchez), un acuerdo de investidura, y la última cláusula decía muy claramente que la estabilidad de la Legislatura iría en función del cumplimiento de los acuerdos. A lo largo de estos 22 meses, la realidad es que la gran mayoría de estos acuerdos no se han materializado”.
A la demorada aplicación de la ley de amnistía que permitirá el regreso de Puigdemont a Cataluña, Junts le recrimina al gobierno de Sánchez que no haya logrado que el catalán pueda ser utilizado en el Parlamento Europeo como lengua co-oficial del castellano -medida que sí se consiguió a nivel doméstico, en el Congreso español- y que tampoco se concretó el traspaso de las competencias de migración, gestionadas a nivel nacional, a Cataluña.
La actitud de Junts hacia la coalición de gobierno que integran el PSOE y Sumar se fue volviendo cada vez menos conciliadora. Sin embargo, el partido de Puigdemont, cuyos siete votos son cruciales para que Sánchez mantenga la mayoría parlamentaria, no se traducen en poder territorial en Cataluña, donde un partido de derecha mucho más radical, Aliança Catalana, crece en adhesiones.
“La mano tendida está ahí. Somos conscientes de la dificultad que entraña gobernar sin mayorías absolutas”, dijo la ministra de Educación y vocera del gobierno, Pilar Alegría, en un intento por bajar el tono a la confrontación.
Desde Sumar, el socio minoritario en la coalición de gobierno que lidera el PSOE, mostraron fastidio y cansancio por lo que consideran una “escenificación” de Junts.
“Estamos cansados de los efectos especiales y fuegos artificiales -dijo la diputada de Sumar Aina Vidal-. Hay que ser serios y decir la verdad, que estas leyes que están vetando son necesarias para Cataluña y tendrán que sentarse a negociar. Eso o abrazarse de forma definitiva a Vox y al PP para una estrategia suicida.”
Cada vez que Junts subió un escalón en su presión al gobierno de Sánchez y su amenaza de soltarle la mano, el Partido Popular (PP) vio la ocasión de insistir con un adelanto electoral.
“Darles voz a los españoles en las urnas en una convocatoria de elecciones generales anticipadas”, postula un comunicado que emitió el partido como reacción al anuncio rupturista de Junts.
Y solicitaron “urgente”, la presencia de Pedro Sánchez en el Congreso para que explique “cómo pretende garantizar la gobernabilidad”.
Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP y líder de la oposición, insiste esta vez con convocar a las urnas y no tanto con presentar una moción de censura contra Sánchez, para la cual no contaría con los votos suficientes. Si Junts lo apoyara, la suma de PP, Vox y los siete diputados del partido de Puigdemont podría alcanzar, pero Junts no quiere quedar “pegado”.
Aunque tensan la cuerda con el gobierno progresista, los independentistas catalanes no pierden de vista que una posible coalición del PP y de Vox en La Moncloa derogaría la ley de amnistía y sus reclamos separatistas volverían al casillero inicial.
A fines de octubre, el líder del Junts reunió a los cargos principales de su partido en Perpignan, en Francia, desde donde anunció que le quitaban apoyo a Pedro Sánchez.
“No hay confianza”, dijo entonces el ex presidente catalán. Y prometió consultar la decisión del partido con los militantes que, tres días después, votaron a favor de bloquear la Legislatura.
“No tendrá presupuestos; no tendrá capacidad para gobernar”, vaticinó Puigdemont.
“Podrá ocupar sillones, pero no podrá gobernar -insistió-. Podrá tener poder, pero no podrá tener el gobierno.”
Antes de la amenaza de Junts, Sánchez ya intentaba bajar un cambio a la amenaza independentista: “Lo que está en manos del gobierno, estamos cumpliendo, y lo que no está en nuestras manos estamos trabajando para que se cumpla”, dijo el presidente. Este argumento, según parece, no conforma a los catalanes.
