José Luis Álvarez
Cambalache: desde el primer control de cambios a los dólares del colchón
El autor de la columna, José Luis Álvarez repasa como tras décadas de políticas erráticas y devaluaciones, el dólar pasó de ser una herramienta de ahorro a un símbolo de resistencia e identidad frente al caos económico.En Argentina la compulsión a ahorrar o juntar dólares es más que una tradición y se debe a múltiples factores, pero podemos decir que, como muchos de nuestros males, comenzó con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen. El gobierno de facto de José Félix Uriburu implementó en noviembre de 1931 el primer “cepo” cambiario formal, estableciendo la “Comisión de Control de Cambios”, que regulaba estrictamente las operaciones con divisas, según consigna el libro “Control de Cambio en la Argentina” (FIEL).
“¿Por qué se implementó? La crisis mundial había golpeado las exportaciones argentinas (carne y trigo), reduciendo el ingreso de dólares. Además, la caída de los precios internacionales generó una fuerte presión sobre las reservas. El control de cambios generó un mercado paralelo, con una brecha cambiaria que llegó al 40%”, sostiene el libro. Algo repetido en nuestra historia.
Este sistema marcó el inicio de una tradición argentina: cada vez que las reservas escasean, se viene el Cepo o el endeudamiento con el FMI o, como pasó durante el gobierno del Macri, ambos.
Otro episodio muy traumático de la historia económica argentina fue el Rodrigazo, un plan de shock aplicado en junio de 1975 por el ministro de Economía Celestino Rodrigo, durante el gobierno de Isabel Perón.
Para los que no lo vivieron, el 4 de junio de 1975, Rodrigo anunció una devaluación del 160% y el dólar oficial pasó de 10 a 26 pesos. Aumentos de tarifas de hasta el 180% en servicios públicos y combustibles. Topes salariales del 40%, como se aprecia, muy por debajo del resto de los ajustes de la economía.
La inflación se disparó: pasó del 24% en 1974 al 182% en 1975, hubo desabastecimiento de alimentos y combustibles. La CGT realizó la primera huelga general contra un gobierno peronista y chau Rodrigo.
Para algunos, este hecho es el inicio del ahorro llamado “los dólares en el colchón”.
Después del golpe nefasto de 1976, Martínez de Hoz diseña la tablita cambiaria, todo debía regirse por las leyes del mercado, salvo el dólar. Resultado: los combustibles y las tarifas aumentaron imparablemente, los ingresos de los trabajadores fijos, ya eran la “casta” y debían hacer el ajuste para contener la inflación.
Pésimas condiciones económicas. Se fue Martínez de Hoz y vino Lorenzo Sigaut, con su famosa frase “el que apuesta al dólar pierde”, bueno perdieron algunos, sobre todo los que menos tienen y quedó magistralmente graficado en la película “Plata dulce”.
La memoria colectiva se origina en situaciones dolientes, cuando nos levantamos vemos la temperatura y el precio del dólar, un caso que merece ser analizado, porque ante cualquier variación estamos con tensión, ansiedad, insomnio y fobias.
Después llegó la dupla Menem/Cavallo y la convertibilidad, que se financió primero con las privatizaciones y después vía FMI, ya que con el ingreso indiscriminado de importaciones perdimos pymes y miles de puestos de trabajo. Cuando el modelo empezó a crujir, apareció el primer pedido a los argentinos para que saquen los dólares del colchón, con una frase ahora repetida. “..Argentinos hemos creado las condiciones de seguridad económica, ahora hay una excelente oportunidad para que Ud. Invierta legalmente esos ahorros regularizando al mismo tiempo su situación tributaria. Sáquela del colchón y duerma tranquilo”. Lo más cercano a la desesperación.
Pasaron algunos años, pero el imaginario de los ministros de economía queda lejos de la imaginación al poder, ahora Milei propone el “Plan de Reparación Histórica de los ahorros de los argentinos”, que consiste en, suenen trompetas “saquen los dólares del colchón”, con la frase obvia: “Ahora es distinto”.
Según una encuesta de la consultora Zuban Córdoba analizó la relación de los argentinos con sus ahorros en dólares. El estudio fue realizado entre el 7 y el 9 de junio, basado en una muestra representativa de 1.500 personas mayores de 16 años y sostiene que sólo un 19,9% de los encuestados afirma tener dólares ahorrados. Entre quienes poseen esos ahorros, apenas un 12,2% está dispuesto a blanquearlos.
Del resto que tienen ahorro en dólares, se les consultó sobre qué piensan hacer: el 45,7% aseguró que los continuará ahorrando y guardando, un 9,5% afirmó que los utilizará para llegar a fin de mes y otro 8,8% que los reserva para las vacaciones, el resto no sabe. La desesperación del gobierno por los dólares del colchón no tiene correlato con los que los tienen.
Cuando le preguntaron si los usarían esos dólares cuando los ministros de Milei los traigan del exterior, obvio sin que los ministros se enojen con la consulta: el 45,4% dijo estar de acuerdo, 13,4% no sabe y el resto dijo que no. Los que tienen los dólares dicen “Mis dólares, mi decisión”.
Mucha agua corrió debajo del puente, el país ha transitado una montaña rusa de políticas monetarias fallidas. La reiteración de devaluaciones, corridas bancarias, ciclos de alta inflación, convirtió al argentino medio en un sobreviviente, que encuentra en el dólar un salvavidas de sus ahorros y en un símbolo de resistencia ante la incertidumbre. En el imaginario argentino tener dólares en el colchón paso a ser un aspiracional: “Sabes que, Yo tengo dólares en el colchón”.