El acero chino, ¿afecta a la industria argentina?

Empresas latinoamericanas advierten que la producción asiática distorsiona los mercados y perjudican las economías como la argentina.

ECONOMIA

Mientras China se consolida como una potencia económica imparable, encaminándose a superar a Estados Unidos como la principal potencia mundial en la próxima década, su vasto sector siderúrgico enfrenta crecientes críticas. Compañías de acero latinoamericanas denuncian que la producción china, fuertemente subsidiada, "distorsiona los mercados y perjudica a economías como la argentina".

El meteórico crecimiento de China, que combina una economía de mercado con una férrea planificación centralizada bajo el Partido Comunista, ha impulsado su posición como el mayor productor y exportador mundial de acero, generando más de la mitad de la producción planetaria. La siderurgia es un pilar fundamental de este crecimiento, siendo clave para sectores como la construcción, la industria automotriz y los electrodomésticos. Sin embargo, este dominio no está exento de controversias.

Un informe de la asociación latinoamericana Alacero expone las estrategias cuestionables detrás de este crecimiento. El reporte advierte que los productos chinos "no compiten de forma leal, sino que son consecuencia de subsidios —directos e indirectos— que distorsionan el mercado". Esto, según Alacero, "termina afectando el empleo y la producción en América Latina y genera la primarización de nuestra región".

Alacero detalla que estos subsidios son de diversas índoles y abarcan toda la cadena de valor:

En cuanto a la producción, los subsidios incluyen:

  • Créditos subsidiados en monto, plazo y tasa de interés.
  • Subsidios en el uso de tierra e infraestructura inicial.
  • Direccionamiento estatal en la adquisición y fusión de empresas.
  • Subvenciones directas para inversión en construcción de fábricas y hornos.
  • Precios por debajo del mercado para la obtención de materias primas.
  • Contratación de proveedores chinos también subsidiados y límites a la competencia externa.
  • Energía y servicios públicos a precio subsidiado o gratis.
  • Exenciones impositivas a la contratación de personal.
  • Financiamiento de capital de trabajo a tasas subsidiadas por bancos estatales.
  • Contratos con empresas de la cadena de valor para producir bienes como automóviles y electrodomésticos, incluso si no hay una demanda real asociada.

En el ámbito de la exportación, los subsidios abarcan:

  • Subsidios en la logística para el transporte internacional.
  • Regulaciones internas y en países aliados del Sudeste Asiático que obligan a las empresas a comprar acero chino.

El informe de Alacero advierte que estas subvenciones desproporcionadas corren el riesgo de distorsionar la competencia, reducir los incentivos a la eficiencia y aumentar la dependencia de la ayuda estatal. Además, señala que "el fuerte apoyo a la expansión de la siderurgia de arco eléctrico —a través de subvenciones y acceso preferencial a la tierra, la energía y el crédito— puede dar lugar a un exceso de inversión, superando la demanda del mercado y empeorando los problemas de exceso de capacidad existentes”.

Alacero también destaca una contradicción en las políticas chinas: las subvenciones de sustentabilidad "coexisten con el apoyo continuo al carbón, lo que ralentiza el cambio a una siderurgia baja en carbono". Esta dualidad subraya la complejidad del modelo económico chino y las tensiones que genera en el mercado global del acero.

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