Sociólogo, investigador del Conicet y coordinador del equipo de trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), Diego Álvarez Newman analiza desde hace años los vínculos entre tecnología, inteligencia artificial y mercado laboral. En diálogo con El Medio, plantea una mirada crítica sobre lo que denomina el “capitalismo de plataformas”, un modelo que —según advierte— está transformando profundamente las relaciones de trabajo y desafiando las capacidades de los Estados para regularlo.
Álvarez Newman explica que las plataformas digitales no nacen en un vacío, sino en un contexto de “oleadas de precarización” que se remontan a la década del 70. Desde su perspectiva, la irrupción de la inteligencia artificial no crea la precariedad, sino que se monta sobre estructuras laborales ya desreguladas. “La tecnología surge con formas de precariedad laboral consolidadas”, señala. Y advierte que la ausencia de marcos regulatorios eficaces permite la consolidación de una “discrecionalidad corporativa” que trasciende fronteras, donde conflictos laborales o fiscales se definen en tribunales extranjeros.
El investigador también reflexiona sobre el rol del Estado y los sindicatos frente a este nuevo escenario. Sostiene que los Estados perdieron centralidad como garantes de derechos y que los gremios deben replantear su papel, dejando la postura defensiva y elaborando propuestas concretas para una reforma laboral adaptada a los cambios tecnológicos. En ese sentido, considera clave incorporar la noción de autonomía —muy valorada por los trabajadores jóvenes y por quienes se desempeñan en la economía de plataformas— dentro de un nuevo pacto social.
Respecto al avance de la inteligencia artificial, Álvarez Newman alerta sobre la concentración del poder tecnológico y la falta de transparencia en los algoritmos que gobiernan buena parte de la vida digital. “Debemos exigir que se abran los códigos de diseño de los algoritmos; de lo contrario, siempre estaremos detrás del proceso”, sostiene. Plantea que la regulación debe darse en distintos niveles —global, regional y nacional— y que América Latina aún está rezagada en esa discusión.
Finalmente, el investigador propone repensar la relación entre tecnología y sentido humano del trabajo. “Estamos delegando capacidades en las máquinas y sometiendo nuestras habilidades a una lógica de mercado y eficiencia que no representa lo que somos”, afirma. Su llamado apunta a recuperar una mirada social y ética sobre el futuro del empleo, en un contexto donde las plataformas y la inteligencia artificial reconfiguran las reglas del juego.