A poca distancia de la agitada Costa Atlántica, se encuentran joyas escondidas que ofrecen tranquilidad y conexión con la naturaleza. Estos pequeños pueblos se han vuelto populares entre los viajeros que buscan escapar del bullicio.
Las Gaviotas, Buenos Aires: esta villa turística, ubicada entre Mar de las Pampas y Mar Azul, es un destino ideal para el descanso. Con solo siete cuadras de extensión, sus construcciones de piedra, madera y vidrio se integran armoniosamente con los pinos y las dunas. El diseño del pueblo permite que la playa sea visible desde cualquier punto, haciendo de un simple paseo una experiencia reconfortante. Las Gaviotas es perfecto para quienes desean disfrutar de las típicas playas bonaerenses en un ambiente de serenidad.
Pehuen-Có, Buenos Aires: en el sur de la provincia, a 81 kilómetros de Bahía Blanca, se encuentra Pehuen-Có, un pueblo de menos de 700 habitantes. Su nombre, de origen mapuche, significa "pino" (pehuén) y "mar" (có), una descripción perfecta de su paisaje. Las playas de Pehuen-Có son conocidas por tener las aguas más cálidas de la costa bonaerense.

Más allá de sus costas, la localidad ofrece otros atractivos. El "Bosque encantado", un área forestada de 105 hectáreas, alberga peculiares construcciones como la "Casa Barco" y la "Casa Molino". El pueblo también se destaca por sus importantes yacimientos paleontológicos, con una sala de interpretación que exhibe maquetas y muestras que representan el paisaje de hace 12.000 años.
Camarones, Chubut En la Patagonia: es un pintoresco pueblo costero con una rica historia y cultura. Los visitantes pueden explorar monumentos como los restos del naufragio del Buque Villarino, el museo dedicado a Juan Perón (quien vivió allí parte de su niñez) y una plazoleta que conmemora la llegada de los españoles en el siglo XVI. La naturaleza es la gran protagonista en Camarones, donde se pueden avistar pingüinos, lobos marinos, toninas, y descubrir arrecifes y acantilados que invitan a la aventura.
