Un hallazgo astronómico sin precedentes ha captado la atención de la comunidad científica: el exoplaneta HIP 67522 b, un gigante gaseoso ubicado a unos 400 años luz de la Tierra, está en una relación magnética inusual y potencialmente destructiva con su estrella anfitriona. Este joven sistema, con apenas 17 millones de años de antigüedad, revela una dinámica estelar-planetaria que redefine nuestra comprensión del "clima espacial" en otros mundos.
A diferencia de la Tierra, protegida por su atmósfera y una distancia segura del Sol, HIP 67522 b completa una órbita alrededor de su estrella en tan solo siete días, lo que equivale a un "año" de una semana terrestre. Esta extrema proximidad, combinada con la naturaleza eruptiva de su estrella (común en estrellas jóvenes), parece desencadenar frecuentes y potentes llamaradas estelares. Lo más sorprendente es que la cercanía del planeta no solo lo expone a esta radiación, sino que, de una manera aún no del todo comprendida, parece inducir estas erupciones en la superficie de la estrella.
La energía liberada por estas llamaradas, junto con otra radiación de alta energía, está calentando e inflando la atmósfera de HIP 67522 b, dándole un diámetro comparable al de Júpiter a pesar de tener solo el 5% de su masa. Sin embargo, esta inflación podría ser el preludio de su eventual desaparición.
La exposición continua a esta radiación intensa podría provocar la pérdida gradual de su atmósfera, transformándolo en un "Neptuno caliente" o, en un escenario más drástico, en un "subneptuno" en los próximos 100 millones de años.
Este descubrimiento fue posible gracias a la combinación de datos de los telescopios espaciales TESS (Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito) de la NASA y CHEOPS (Telescopio de Caracterización de Exoplanetas) de la Agencia Espacial Europea. Utilizando el método de "tránsito" (minieclipses causados por el paso del planeta frente a su estrella), el equipo liderado por la astrónoma neerlandesa Ekaterina Ilin no solo trazó la órbita del planeta, sino que también detectó los súbitos destellos de brillo de la estrella.
Un riguroso análisis estadístico de cinco años de observaciones reveló que el planeta experimenta seis veces más llamaradas debido a esta conexión magnética, un hallazgo que abre nuevas vías en el estudio de la evolución planetaria.