Una nueva investigación pone el foco en las consecuencias transgeneracionales de la pandemia, sugiriendo que la infección por SARS-CoV-2 en los varones podría tener un impacto duradero en la salud mental de su descendencia.
El hallazgo, realizado por un equipo internacional utilizando un modelo preclínico adaptado en ratones, demostró una conexión sorprendente: los hijos de ratones macho que superaron el COVID-19 mostraron un claro aumento en los comportamientos de ansiedad, un efecto que se manifestó de manera dependiente del sexo.

El estudio se centró en la transmisión de la "memoria" del virus. Los investigadores infectaron a ratones macho y, cuatro semanas después (cuando ya no eran contagiosos), los cruzaron con hembras sanas. Los resultados mostraron que la descendencia (generación F1) presentó alteraciones significativas en el hipocampo, una región cerebral clave para las emociones y la memoria.
La "huella" del virus en el esperma
El mecanismo detrás de esta herencia no es el virus en sí, sino los cambios que este provoca en el esperma paterno. Los científicos identificaron que la infección altera el contenido de pequeños ARN no codificantes (como microRNAs y piRNAs) dentro del esperma, actuando como un medio de herencia biológica.
Para confirmar esta vía, los investigadores realizaron una prueba definitiva: inyectaron el ARN modificado del esperma infectado directamente en óvulos fertilizados de ratones sanos. La descendencia resultante replicó el mismo fenotipo: el aumento de la ansiedad.
Este descubrimiento es crucial. Si bien se realizó en ratones, ofrece el primer indicio de que el COVID-19 puede tener efectos intergeneracionales a través de mecanismos epigenéticos, abriendo una nueva línea de investigación urgente sobre cómo proteger a las generaciones futuras del impacto a largo plazo de la pandemia.