Un análisis de ADN determinó que los restos hallados en la vivienda aledaña al chalet, en el barrio porteño de Coghlan, donde vivió el cantante Gustavo Cerati pertenecen a un joven que se encontraba desaparecido desde 1984. Se trata de Diego, un adolescente de 16 años que fue visto por última vez con vida el 26 de julio de ese año a las 14:00 y era buscado por sus seres queridos.
El cuerpo fue enterrado en una fosa pequeña situada en la medianera que divide ambos domicilios y el pozo medía 40 centímetros de profundidad, 60 de ancho y 1,20 metros de largo.
Excursionistas dio a conocer a través de un comunicado oficial que Diego Fernández Lima era jugador del equipo de Bajo Belgrano. La noticia conmovió especialmente al ambiente del fútbol de ascenso, ya que era futbolista juvenil de “Excursio”.
“Enviamos nuestras condolencias y un fuerte abrazo, deseamos que su alma finalmente pueda descansar en paz”, expresó la institución en sus redes sociales en un emotivo mensaje hacia la familia de Fernández Lima.
Obreros que realizaban excavaciones para efectuar una demolición en el inmueble descubrieron los restos y alertaron a la Policía.Según supo la agencia Noticias Argentinas, el 20 de mayo pasado, peritos de la Policía Científica de la Ciudad levantaron los rastros y luego se los entregaron en distintos sobres de madera al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
En ese momento, se recolectaron 151 fragmentos de restos óseos humanos (tibia, peroné, mandíbula, piezas dentales aisladas, entre otros), una llave, un llavero naranja, un pedazo de reloj de marca Casio, una etiqueta de prenda de vestir, un trozo de tela y un dije con inscripciones en idioma chino o japonés.
Los forenses tomaron una prueba de ADN a la madre del muchacho, el cual arrojó resultado positivo, indicó el portal del diario Clarín.
En medio de la repercusión, Excursionistas recuperó una carta escrita por Daniel Viviani, histórico dirigente y socio vitalicio, poco después de la desaparición: “Mi querido gallego, siempre te recordamos cada vez que nos reunimos en el vestuario. Las finales las jugábamos por Excursionistas y por vos, cuando gritábamos: ‘¡Se siente, se siente, el gaita está presente!’, alguna lágrima corría por mi cara”.