Tony Blair acaba de publicar un libro en el que afirma que, en general, los dirigentes políticos pasan por tres etapas. En una primera fase, cuando llegan al poder, escuchan, saben que no saben nada, intentan comprender cómo interpretar bien su papel. Al cabo de cierto tiempo, se convencen de que ya tienen suficiente experiencia y saben bastante como para suponer que lo han comprendido todo. Es la fase más arriesgada, la de la hubris: “Ya no tenés ganas de escuchar a los demás -escribe Blair-, tú eres el patrón. ¿Quién va a saber más que tú? Solo unos cuantos alcanzan la última etapa, la de la madurez, en la que se dan cuenta de que su experiencia no constituye la suma total del conocimiento político y en la que vuelven a escuchar a los demás. La mayoría de los líderes, escribe Blair, jamás llega ahí.
La hora de los depredadores, Giuliano da Empoli
Nunca sucedió en la historia de Mendoza un proceso de gobernadores electos en elecciones libres como está sucediendo desde 1983 hasta hoy. Pero el sistema democrático también desarrolló otras mañas, los controles territoriales con los intendentes y punteros, la división de la oposición y pases de partidos, entre otras cosas.
Cumplimos 42 años de ejercicio democrático ininterrumpido en el país y en la provincia, ningún departamento fue intervenido y ningún gobernador electo tuvo que dejar antes su puesto.

Sabemos todos que problemas hay, y hoy vamos a sumar otro. Más allá de que los motores clásicos económicos de la Provincia se agotan (hidrocarburos y vitivinicultura) y de que hay que hacer otras cosas; lamentablemente el cornejismo no perdió la oportunidad y realizó muchas cosas mal con la minería como para pensar que su desarrollo en Mendoza va a estar bien hecho.
Tenemos una democracia que no está exenta de los problemas que tiene el sistema en todos los lugares del mundo, le está costando dar respuesta a las demandas de la gente producto de muchos motivos. En Mendoza tenemos una oposición que no avanza en modificaciones y un oficialismo que no plantea cambios necesarios porque debilita su poder.
Es momento de revisar algunas cosas como si es necesario que los miembros del Tribunal de Cuentas sean vitalicios, si ya es necesario el Tribunal de Cuentas, como también si los miembros de la Suprema Corte deben estar ahí el tiempo que ellos consideren conveniente.
Hay que ver si es necesario crear la figura del Defensor del Pueblo sin que pueda ser controlado por el Ejecutivo y que avance sobre algunas áreas que hoy realiza Fiscalía de Estado que siempre son favorables al Gobierno como las ambientales.
También restringir las reelecciones indefinidas de los legisladores, que ellos mismos lo hicieron con los concejales, pero se saltearon regular las renovaciones de sus bancas.
Es hora también de pensar en otra forma de representación legislativa que abarque a todos los departamentos. Otro tipo de políticas sociales y educativas, debatir los desafíos que nos impone la Inteligencia Artificial y muchas cosas más. Pero, sobre todo, dejar de creer que somos noruegos. Nuestra provincia tiene serios problemas institucionales.Tenemos un comisario que controla todo.
Hoy es difícil, por miles de motivos, sentirse contento por haber llegado a los 42 años de vida democrática. Pero no hay que aflojar porque como decía Hannah Arendt: “La esfera pública se oscurece cuando quienes pueden actuar deciden no hacerlo”.