Poder
Cornejo la vio antes que nadie y no hay fin de ciclo
Los riesgos que enfrentamos frente a la acumulación de poder.Esta acumulación de poder significa que no hay un verdadero "fin de ciclo" del cornejismo. La estructura de poder que Cornejo consolidó le permitió tomar decisiones cruciales durante el gobierno de su sucesor, Rodolfo Suárez, vetando proyectos importantes. El mayor temor reside en que utilice este dominio para una posible reforma constitucional que consolide un ejercicio de poder "no sano", sin contrapesos suficientes. En última instancia, el texto concluye que, ante la pasividad política y social, se deben buscar soluciones que trasciendan la política para contrarrestar los riesgos de un poder concentrado.
Hoy votamos por vigésima segunda vez desde 1983, un logro de todos. Lamentablemente ya fácil resulta enumerar los déficits tanto del sistema democrático, como de la política y los distintos gobiernos que mantienen muchos problemas sin resolver.
Al persistir las dificultades de distinto tipo, ya es tiempo de seguir haciendo hincapié en los riesgos que atravesamos y en los males en los que podemos caer.
El más grave sin dudas es la fuerte degradación del sistema democrático que se traduce en falta de interés de la gente en el voto y en las propuestas que puedan hacer los candidatos. Sabemos todos que sobran motivos para que esto suceda. Pero el problema sería caer en una suerte de autocracia por abulia social.

Es que cuando el hartazgo y decepción en los dirigentes se consolida tanto, lamentablemente poco importa si hay otros poderes que puedan tener injerencia en los asuntos del Ejecutivo. Nadie duda que el presidente Javier Milei se sentiría muy cómodo en ese esquema.
Un ejemplo también de esa poca importancia sobre lo que hacen los otros poderes, la tenemos aquí en Mendoza. A pesar de que el mandatario Alfredo Cornejo se enoje y utilice palabras que pronunciaría una persona mal educada, hay que recordar que avanzó todo lo que la ley le permitió para construir poder logrando mayoría en los organismos de control y en el órgano que nombra y remueve los jueces.
Pero además de reconocer que Cornejo lo hizo dentro de la ley, también hay que otorgarle el mérito de que la vio. Entendió que, a la mayoría de los mendocinos, a pesar de sentir un falso orgullo por su institucionalidad, en realidad no les importa. El se dio cuenta y lo usó en su beneficio. También supo que podía ir y venir, cambiar de discurso y de aliados sin que a nadie le importe y lo hizo. Cornejo tuvo claro que nada de eso le generaría costo político. Sacó más o menos votos hasta aquí, pero no pasó nada. No hubo ni manifestaciones, ni solicitadas en los diarios, ni miles de tuits pidiendo que se moderara en ese plano. Nada, zona liberada para Alfredo. Ni siquiera la oposición intentó incomodarlo. Ellos sabrán por qué.
Nadie propuso al menos revisar la condición de vitalicios que tienen tanto los miembros del Tribunal de Cuentas como los de la Suprema Corte. Se podría pensar en que duren ocho años y se vayan a su casa después. ¿Podría el Fiscal de Estado estar cuatro años y terminar su gestión? ¿Nada de esto se puede revisar? Sabemos que a la mayoría ni le importa y casi ni siquiera sabe de qué estaríamos hablando, pero sin dudas podría ser un debate interesante. Eso sí sería dejar una provincia diferente en lo institucional. Que no exista este debate es la prueba de que Mendoza no es la Noruega que creen que es.
Y es por esa acumulación de poder que no existe el fin de ciclo cornejista. ¿Alguien se imagina cómo podría gobernar alguien si Cornejo sigue manejando toda la estructura de poder que seguirá bajo su dominio cuando deje el Gobierno? Realmente no se lo deseo a nadie que tenga buenas intenciones.
Ya tuvimos una muestra con el ex gobernador Rodolfo Suárez. Si bien no tenía ninguna intención de cambiar nada, ni de debilitar la estructura de Cornejo ni de consolidar una suerte de suarismo, Cornejo decidió las cosas importantes en el gobierno de Suárez, que no pasaban por si salíamos o no a la calle durante la pandemia.
Suárez quiso avanzar con Portezuelo y al final no pasó nada, Cornejo entendió que sería mejor tener él los 1.023 millones de dólares. Así pasó. Suárez dijo que licitaría Los Blancos, nunca se hizo porque Cornejo no estaba de acuerdo. Y así varias cosas más.
¿Y si Cornejo quiere modificar la constitución? Y no hablo por la reelección, pienso en que quiera consolidar cambios que favorezcan un estilo de ejercicio del poder que no es sano. ¿Quién lo para? ¿Cuántos constituyentes opositores habría como para equilibrar la Asamblea?
Habrá que agudizar el ingenio y pensar soluciones. Son muy malos tiempos para el que no piensa ni comulga con el cornejismo.
