Devaluaciones, hiperinflación, recesión, alta desocupación, pandemia y economía estancada - entre otros factores-, hicieron que en el Gran Mendoza la tasa de pobreza nunca bajara del 20% en 34 años. A eso hay que sumarle la dirigencia nacional y provincial que tenemos. ¿Algo más?
Son muchos los factores que inciden para que este número se mantenga y sea imposible de perforar, y hoy al menos 200 mil personas en el Gran Mendoza están en esa situación. El análisis es complejo porque tenemos el impacto de lo que sucedió en distintos sectores de la economía de Mendoza en estos -años que no fueron fáciles- y que tuvieron muchos cambios. Los beneficios que generaron esas modificaciones son los más fáciles de ver, los perjuicios están ahí, en esas 200 mil personas.

La evolución de las tasas de pobreza nos permite ver que no fueron tan bajas durante buena parte de la convertibilidad y el fracaso de Macri.

También que cuando el peronismo/kirchernismo/camporismo dejó el Gobierno Nacional la pobreza en Mendoza llegaba al 47%.

La serie no incluye el apagón estadístico del Indec (2007-2016) debido a la intervención y manipulación de datos que llevó a cabo Guillermo Moreno.
La Provincia tiene dificultades para desarrollarse y si se analizan con detenimiento los últimos datos de pobreza difundidos esta semana por el Indec, se advierte que Mendoza está en el grupo de las 10 provincias del país que menos bajaron la pobreza.
Ingresos en Mendoza
La falta de posibilidades de mejorar el ingreso, impide que más gente pueda salir de la pobreza por ingreso. Además, se acumula cada vez más gente crisis tras crisis. En términos de porcentajes, estamos como en el segundo semestre del 2016. En ese año la economía de Mendoza cayó 2,5%.
La Provincia está en el puesto 16 en función de su salario privado registrado promedio, como publicó El Medio ayer, que llegó a 1.107.466 pesos en junio pasado. El problema se ve con mayor claridad cuando vemos que ese mes, la Canasta Básica Total necesaria para no caer en la pobreza fue de 1.018.305 pesos. El salario privado registrado promedio está casi 90 mil pesos por encima de la línea de pobreza. ¿Querías saber la verdad?
Modificaciones en planes sociales y cambios en la metodología para medir la pobreza
Emma Cunietti, estuvo a cargo de Desarrollo Social en los tormentosos días de la crisis del 2001. Considera que existen a nivel nacional políticas sociales reactivas debido a que se priorizan las transferencias de ingresos, orientadas a amortiguar los shocks, sobre las políticas estructurales que aborden las causas de fondo. “Esto crea una alta dependencia de la asistencia estatal sin resolver el problema de la generación de empleo de calidad”.
Entiende que a los devastadores ciclos económicos y la desigualdad, se suman carencias estructurales (educación, salud, infraestructura, seguridad) que afectan permanentemente a los más vulnerables, haciendo que la pobreza sea crónica y multidimensional, independientemente de las mejoras coyunturales del ingreso.
Entramos aquí a otro punto que es el problema metodológico en la medición de la pobreza que desde hace tiempo vienen marcando distintas instituciones prestigiosas como el Cippec y el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.
Es que el termómetro para medir la pobreza está roto debido a que tomamos la pobreza por ingreso y el indicador resulta muy vulnerable tanto a las subas como a las bajas de la inflación. Desde hace tiempo se viene insistiendo con la actualización de las canastas de consumo, algo que hasta el propio Gobierno de Javier Milei ha considerado necesario hacer. Esta semana lo volvieron a explicar desde el Observatorio de la Deuda Social de la UCA luego de que se conocieran los datos de pobreza del Indec.
Es verdad, Mendoza es distinta
Hace unos tres años, cuando Agustín Salvia, titular del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, presentó el informe de la pobreza multidimensional en Mendoza, fue claro, contundente y preciso al señalar que “hay un proceso de mayor desigualdad social que es un problema nacional, esto es así; pero la diferencia en el Gran Mendoza en el 2021 es que la recuperación en materia de ingresos impactó menos que en otros lugares, básicamente porque los empleos que se recuperaron no tuvieron la media de ingreso que acompañara el promedio nacional”.
Agregó también: “Me sorprende porque no es nuevo esto en el Gran Mendoza, se está transformando en algo sistémico que el salario esté por debajo de la media. Es una sociedad partida: entre el 36 y 40% está en el sector bajo, hay entre 30 y 34% en el intermedio y menos de 4 de cada 10 sin ningún déficit. Hay una fragmentación que la crisis Covid agravó y que por lo cual se requieren no sólo políticas de coyuntura, porque esa estructura se acumula porque ya es sistémica, sino con políticas laborales, sociales y de ingresos”. ¿Alguien las vio?
Dolor
Marcelo De Benedectis, titular de la Pastoral Social de Mendoza lleva muchos años caminando los barrios periféricos de Gran Mendoza y acompañando a las personas que están en una situación social delicada. Ve la cara más dura de la pobreza desde hace años. El considera que en base a lo que dicen los entendidos, el 20% es el núcleo duro de pobreza, la pobreza estructural.
Está preocupado porque sabe que está comprometido el futuro de muchas personas y advierte que falta que se piense en la responsabilidad social que tiene cada sector.
“La clase política tiene que hacer un examen de conciencia en términos religiosos muy honesto y definir si son capaces de gestionar un país. Ellos eligieron esa actividad por vocación y misión, algo tan noble, tan único, tan lleno de posibilidades de dignificar y promover a las personas; pero vemos que son un fracaso total. Se siguen peleando entre ellos y los problemas no se solucionan. La clase política, la que quiere gestionar el bien común, tiene que pensar cómo está haciendo las cosas más allá del partido político”, señaló De Benedectis.
El sacerdote no la pasa bien por que ve a las madres, a los hombres que luchan día a día y no pueden superar el umbral de la dignidad y por los niños. El se embarra diariamente en la realidad más cruda que le permite advertir cómo “se acaba tan pronto la esperanza de poder avanzar en la vida. Eso duele mucho”.