Menos vino popular, más botella: el consumo se reacomoda en tiempos de crisis
Aunque las cifras oficiales muestran que la botella gana terreno en el consumo de vino, especialistas del sector sostienen que no se trata de una verdadera premiumización. La explicación estaría más ligada a la crisis económica, la caída de los envases populares y la competencia de precios
El consumo de vino en Argentina cerró 2025 con una caída del 0,8%, pero con un cambio en la elección de envases. Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), las ventas de vino en botella crecieron 4,3% y alcanzaron el 64% del total, mientras que formatos populares como el Tetra Brik y la damajuana retrocedieron 8,1% y 12,3% respectivamente. El fenómeno reavivó el debate sobre si existe una tendencia a la premiunización. Sin embargo, especialistas como Carlos Fiochetta (Coviar), Sergio Villanueva (UVA) y Mauro Sosa coinciden en que la explicación no es cultural sino económica: la recesión golpea a los sectores populares y la cercanía de precios entre categorías favorece la botella, sin que eso implique un salto hacia vinos de mayor calidad.
En la mesa de los argentinos parece haber un cambio silencioso: cada vez se compra más vino en botella y menos en los envases tradicionales de menor precio, como el Tetra Brik o la damajuana. El dato abre un interrogante sobre si se está produciendo un proceso de premiunización en el consumo interno.
Según cifras del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en 2025 se comercializaron 2,6 millones de hectolitros de vino en botella, lo que equivale al 64% del total, con un crecimiento del 4,3% respecto al año anterior. En paralelo, el Tetra Brik –segunda opción de envase en importancia– cayó un 8,1%, mientras que la damajuana retrocedió un 12,3%.
El fenómeno no es menor: aunque el consumo global de vino en el país mostró una leve baja del 0,8%, el envase más asociado a la calidad y a los varietales gana terreno frente a los formatos populares. El contraste es claro y alimenta la discusión sobre si los argentinos están tomando menos, pero de mejor calidad.
Una tendencia aparente
A primera vista, los números podrían interpretarse como un giro hacia vinos de mejor calidad. Dentro de las botellas, por ejemplo, el segmento de 651 a 750 centímetros cúbicos –el formato más popular– creció un 5,6% y representa más del 71% de las ventas en botella. Además, los varietales dentro de esa categoría aumentaron un 7,3%, mientras que los espumosos lo hicieron un 12,9%.
Sin embargo, los especialistas del sector coinciden en que el salto de la botella no debe confundirse con un cambio cultural profundo hacia el consumo premium. Más bien, lo que estaría detrás es una combinación de factores económicos y de precios relativos que empuja a los consumidores a modificar sus elecciones, sin necesariamente subir en la escalera de calidad.
“No hay premiumización, hay crisis”
Carlos Fiochetta, gerente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), fue categórico: “No creo que haya una tendencia de premiumización. Lo que se observa es la caída de los vinos básicos, sobre todo en envase multilaminado, vinculada al deterioro del poder adquisitivo”.
Para el dirigente, los envases como el Tetra Brik son los más afectados por la recesión porque concentran a los sectores de ingresos más bajos. La botella aparece como una opción más atractiva porque hoy la diferencia de precios entre categorías es reducida. “Hoy la botella está muy cerca del multilaminado, y por una cuestión de imagen o aspiracional, el consumidor puede optar por ella sin pagar mucho más”, señaló.
La cercanía de precios entre envases favoreció a la botella, percibida como opción más aspiracional.
Fiochetta recordó que este fenómeno no es exclusivo de Argentina: en Estados Unidos, un estudio del Observatorio Vitivinícola mostró que, al descontar la inflación, el efecto de la premiumización se relativiza y lo que se observa en realidad es un reacomodamiento de precios.
El peso de los precios relativos
En la misma línea se expresó Sergio Villanueva, director ejecutivo de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA). “La botella no significa premiumización, es un envase. Lo que pasó es que se achicó mucho la diferencia de precios entre el vino más económico y los vinos medios. Entonces, por muy poca diferencia, la gente prefiere una botella varietal antes que un envase alternativo”, explicó.
Villanueva agregó que, en la góndola, cerca del 86% de los vinos se vende a menos de 6.000 pesos, lo que demuestra que el grueso del volumen sigue concentrado en segmentos populares y de alta rotación. “No es que hayan crecido los vinos caros. Al contrario, hoy los vinos caros están relativamente baratos. La competencia de precios es tan fuerte que la botella crece por ser más competitiva, no por representar un salto hacia categorías premium”, apuntó.
Una lectura macroeconómica
Mauro Sosa, analista especializado, coincidió en que la explicación es más macroeconómica que cultural. “En un contexto de ingresos deprimidos, muchos consumidores se ven empujados a abandonar el Tetra o la damajuana, pero eso no implica necesariamente que crezcan los vinos caros. Es más bien un desplazamiento entre categorías de precios bajos y medios”, indicó.
El especialista subrayó que, a nivel global, sí existe una tendencia a la premiumización, pero que requiere de poder adquisitivo para consolidarse. “Cuando hay ingresos altos, crecen rápido los vinos premium. Pero en la Argentina actual, lo que vemos es un reacomodamiento forzado por la falta de poder de compra en los sectores populares”, dijo.
Expertos advierten que no hay un salto hacia vinos premium, sino un reacomodamiento forzado por la crisis.
Sosa también puso la lupa sobre envases como el bag in box, que en países desarrollados suele ganar terreno como opción práctica y de buena relación calidad-precio. En Argentina, sin embargo, su adopción sigue siendo limitada, entre otras cosas por el costo de insumos atados al dólar.
Botella sí, pero no necesariamente “mejor”
El debate entre números y percepciones deja en claro que la botella no equivale necesariamente a premium. Dentro de este envase conviven vinos económicos, varietales de gama media y etiquetas de alta gama. El crecimiento en volumen se explica, principalmente, por las botellas de todos los días, de consumo masivo, que resultan competitivas frente a otras alternativas.
Al mismo tiempo, la caída del multilaminado expone la vulnerabilidad del consumo popular frente a la crisis económica. Los sectores de menores ingresos reducen su participación en el mercado, mientras que los consumidores de segmentos medios optan por botellas accesibles, favorecidos por una diferencia de precios menor.