Datos oficiales
El consumo de los mendocinos está en el nivel más bajo en 15 años
Los datos oficiales muestran que las ventas en los supermercados mendocinos siguen en retroceso, con una caída real que profundiza el ajuste en el consumo básico y expone el deterioro del poder adquisitivo de las familias.
Los economistas Sebastián Laza y Nicolás Aroma atribuyen la caída a cambios en los hábitos de compra, el impacto de la inflación y el deterioro salarial sostenido de la última década. Alertan que incluso con mayor estabilidad de precios, la demanda sigue deprimida, especialmente en bienes esenciales.
El consumo en Mendoza atraviesa uno de sus momentos más delicados. Las ventas en los supermercados de la provincia cayeron a su nivel más bajo en 15 años un retroceso que refleja de forma directa la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Con ingresos que no acompañan la inflación y un ajuste cada vez más marcado en las compras del hogar, el sector enfrenta un escenario de demanda deprimida que todavía no muestra señales de recuperación.
Según datos publicados por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) en base a información relevada por el Indec, en los primeros ocho meses de 2025 los mendocinos gastaron $759.499 millones en los supermercados. Ese monto representa un incremento nominal de 37,6% respecto al período enero-agosto del año pasado, pero refleja una baja del 4,1% en términos reales, es decir calculando la pérdida de poder adquisitivo del peso por la inflación.
Para poder hacer una comparación justa, la DEIE publica todos los meses los resultados de ventas en pesos constantes de 2004. Por citar un ejemplo, en agosto de este año se registraron ventas en Mendoza por $100.356 millones, pero la DEIE aclara que, si el peso tuviera el mismo poder de compra que en 2004, la facturación de los súpers sería en realidad de $59,5 millones. De esta manera, se puede comparar cualquier período con precisión y se puede conocer si hubo mejora o no de las ventas, dejando de lado al inflación.
Ahora bien, si se analiza lo ocurrido en los primeros ocho meses de cada año, a pesos constantes de 2004, se encuentra que el peor año de la serie estadística es el 2025. Según la DEIE, los supermercados de Mendoza facturaron entre enero y agosto $483.629.000 (en pesos de 2004). Ese número es inferior a los $504.057.000 del 2024 y mucho menor que el de los años anteriores. De hecho, en el largo plazo se observa una tendencia decreciente casi constante.

Como se observa en el gráfico, el punto más alto de consumo se registró en 2010. Ese año los mendocinos realizaron compras por el equivalente a $857.024.000, un valor 77% más alto que el de 2025. En 2014 y 2015 la facturación se encontró en el rango de los $700 millones, luego bajó a los $600 millones (entre 2016 y 2020) y después a los $500 millones (de 2021 a 2024). Finalmente, el 2025 fue el primer año con un nivel de ventas por debajo de los $500 millones, siempre hablando del período enero-agosto.
Las ventas por rubro
Los números dejan en claro que el consumo está inmerso en una tendencia completamente decreciente, pero para tener una mirada más cercana de lo que está pasando en las góndolas, se debe hacer un análisis por rubro.
Según la DEIE, de los $483,6 millones que facturaron los supermercados en los primeros ocho meses de este año (a pesos de 2004), la mayor parte fue lograda por los productos de almacén, que registraron una facturación de $137,5 millones. No obstante, cuando se hace una comparación con el 2024, se encuentra que ese rubro sufrió una dura caída interanual real del 7,8%.
El rubro de almacén no fue el único que bajó. Otros segmentos de mucha importancia para el bolsillo de los mendocinos también sufrieron una retracción. Fue el caso de las bebidas (-1,3%), los productos de panadería (-2,3%), los lácteos (-2,3%) y los artículos de limpieza y perfumería (-10,6%). También se retrajeron las ventas de los electrónicos y artículos para el hogar (-1,1%), pero este último no es considerado de primera necesidad.
En contra parte, hubo algunos ítems que mostraron una mejoría de ventas. Fue el caso de las carnes y verduras, que avanzaron un 3,1% y un 2,4% respectivamente. También crecieron la indumentaria (12,3% de mejora) y los alimentos preparados (21%).
La mirada de los especialistas
Consultado sobre la situación del consumo, el economista Sebastián Laza explicó que lo que ocurre en Mendoza replica lo que pasa a nivel nacional. Señaló que, después de 2023, las ventas en los supermercados “nunca se recuperaron”, en parte porque durante los años de inflación alta muchas familias se sobrestockeaban y eso inflaba artificialmente el nivel de compras. Con la desaceleración de los precios, dijo, cambió el patrón de consumo y esa dinámica dejó de existir.
Laza también planteó reparos sobre las comparaciones históricas. A su juicio, medir contra 2010 no refleja toda la foto, porque en aquella época la irrupción de los mayoristas todavía no era un fenómeno masivo. “La gente compraba a full en el súper”, afirmó, y recordó que recién para 2017 comenzó a hablarse del “boom de los mayoristas”. Desde su perspectiva, ese cambio estructural modificó los hábitos de compra y quiebra la serie estadística tradicional, por lo que parte de la caída de los últimos años también responde al corrimiento de consumo hacia otros canales.
Por su parte, el economista Nicolás Aroma destacó que la pérdida de poder adquisitivo es el factor que explica de manera más directa la contracción del consumo. Según indicó, en los últimos diez años los salarios vienen mostrando un deterioro persistente, más allá de los distintos gobiernos y modelos económicos. Esa merma, sostuvo, generó una ruptura visible en el nivel de demanda y llevó a las familias a ajustar sus gastos de forma significativa.
Aroma añadió que incluso con cierta estabilidad de precios en los últimos meses, el consumo continúa deprimido y eso se nota en los supermercados, los restaurantes y el turismo. También resaltó que las formas de comprar cambiaron, lo que altera la dinámica tradicional de ventas del canal supermercadista. Para el economista, la señal más preocupante es la caída en los consumos de primera necesidad: “cuando los bienes esenciales te caen, es una alarma”. A su entender, la economía muestra hoy una lógica de “doble comando”: un sector que mantiene capacidad de gasto e incluso viaja al exterior, y otro que tuvo que recortar de manera drástica sus compras básicas. En ese escenario, anticipó que no se observa un modelo que impulse una recuperación rápida de la demanda masiva, porque el crédito disponible se orienta hacia otros tipos de bienes.
