Por qué las tasas de interés de los préstamos superan por 100 puntos a la renta de un plazo fijo

Mientras los plazos fijos ofrecen rendimientos que apenas rondan el 30% anual, los préstamos personales se otorgan con tasas que pueden superar el 280%. A qué se debe esta brecha, qué riesgos contempla el sistema financiero y por qué muchos argentinos terminan pagando más del doble de lo que reciben

La morosidad crece, y los bancos enfrentan cada vez más quiebras de clientes que no pueden afrontar sus deudas.
ECONOMIA

La tasa promedio de un plazo fijo ronda hoy el 30%, por lo que el depósito de $1 millón permite ganar hasta $340.000 en el transcurso de un año (si se renueva todos los meses). Al momento de pedir un préstamo, en cambio, se debe pensar en devolver desde $600.000 a más de $1 millón, dependiendo de la tasa de interés que ofrezca la entidad financiera.

Según pudo comprobar El Medio, el Costo Financiero Total (CFT) de los préstamos va de 65% a 285% anual. Para llegar a esos números, se consultó la información pública presentada por Comafi, Banco Nación, Santander Río, Macro, Banco Hipotecario, Banco Patagonia, Galicia, Banco Provincia, Banco San Juan y Bancor, entre otras entidades. En algunos casos, si se incluyen comisiones, seguros y gastos administrativos, el costo total puede escalar todavía más.

El contraste es aún mayor si se observan las tasas aplicadas por billeteras virtuales y entidades financieras no bancarias. Algunas de ellas superan ampliamente el 600% de interés anual. "La tentación de tener un préstamo a un solo clic, sin verificación previa, lleva a los usuarios a pagar tasas altísimas que muchas veces se vuelven impagables", explicó Elena Alonso, economista, cofundadora y CEO de Emerald Capital.

Riesgo, morosidad y el retiro del Estado

Alonso atribuye esta brecha a varios factores. Por un lado, menciona que si bien hoy existe una tasa de interés real positiva —es decir, que el rendimiento de los depósitos le gana a la inflación—, los préstamos están “completamente desfazados”.

Uno de los elementos clave detrás del encarecimiento del crédito es el riesgo de incobrabilidad. La economista señala que la morosidad aumentó “más de 4% en los últimos dos meses” y que actualmente “reciben más de siete quiebras por día” en el sector financiero. “Lo que sucede es que, como aumentaron muchísimo los costos fijos en todos los hogares, la gente se endeuda, refinancia, y muchas veces ya no puede pagar. Eso incrementa el riesgo crediticio, y ese riesgo se traslada a la tasa”, explicó.

Otro factor relevante es el cambio en el rol del Estado. “Ya no hay tasas subsidiadas. Los bancos compiten entre ellos, pero en un contexto donde no hay políticas que empujen el crédito. Antes el BCRA regulaba la tasa máxima que podían cobrar los bancos. Eso ya no ocurre, y algunas entidades financieras directamente han disparado los intereses”, dijo Alonso. Este retiro del Estado, según explicó, no solo deja más expuestos a los usuarios, sino que también desalienta el acceso al financiamiento formal.

Al mismo tiempo, la economista hizo una advertencia sobre las fintech y billeteras virtuales que ofrecen préstamos inmediatos sin verificación: “Cobran tasas monstruosas. El problema no es solo el nivel de la tasa, sino que mucha gente no comprende bien cuánto termina pagando. Por eso es clave que el usuario siempre mire el Costo Financiero Total, no solo el interés nominal”.

El negocio del crédito y el poder de negociación

Desde otra perspectiva, Jorge Day, economista del IERAL (Fundación Mediterránea), explicó que la diferencia entre las tasas de los plazos fijos y de los préstamos se debe, en parte, a la naturaleza del negocio bancario. “El negocio de un banco no es solo prestar, sino recuperar lo prestado en el futuro. Y ahí entra en juego el riesgo de incobrabilidad. Las personas físicas tienen menos garantías y menor poder de negociación que las empresas, por eso los créditos personales son más caros”, afirmó.

Además, subrayó que los préstamos a personas suelen ser por montos menores y plazos más cortos, lo que implica un mayor costo administrativo por operación. “A eso se suma que hay más demanda de créditos personales, lo cual también puede contribuir a aumentar esa diferencia”, agregó.

En ese sentido, Day remarcó que los bancos priorizan prestar a aquellos clientes que ya tienen una relación con la entidad. “Si tu sueldo se deposita en ese banco, sos menos riesgoso para ellos. En cambio, si no tenés historial o tenés ingresos informales, directamente quedás afuera o accedés a tasas mucho más altas”, detalló.

¿Conviene endeudarse?

El contexto actual, con una tasa de política monetaria del Banco Central en descenso, no se traduce necesariamente en un alivio para los tomadores de crédito. “La política monetaria hoy es restrictiva, y aunque la tasa de interés bajó, eso se refleja más en el rendimiento de los plazos fijos que en el costo de los préstamos. La tasa activa sigue muy por encima, y eso desalienta la demanda de crédito genuino”, señaló Alonso.

Frente a este panorama, para quienes necesitan financiamiento, la recomendación de los economistas es ser cautelosos y evaluar otras alternativas. “Hoy me conviene más tomar una caución bursátil o buscar financiamiento con garantía, que aceptar un préstamo al 80% de interés que te ofrece un banco sin condiciones”, comentó Alonso. Y agregó: “Lo que vemos es una señal clara de que no conviene endeudarse si no es absolutamente necesario”.

El impacto en el crédito privado

En el terreno corporativo, la situación es algo distinta. “Prestarle a una empresa es más seguro para un banco que prestarle al Estado en algunos casos”, planteó Alonso, y explicó que hoy muchas compañías están volviendo al crédito bancario por la falta de competencia con el sector público. Sin embargo, aclaró que el crédito privado “todavía no se terminó de reactivar”.

Ambos especialistas coinciden en que la brecha entre lo que se paga por financiarse y lo que se obtiene por ahorrar desalienta el uso del crédito como herramienta de desarrollo o consumo. “Esa diferencia de más de 100 puntos entre una tasa pasiva (como la de un plazo fijo) y una activa (como la de un préstamo) es síntoma de un sistema financiero que no está funcionando bien para todos”, concluyó Day.

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