Las tasas de interés ya superan el 125%: las duras consecuencias para la economía
Los expertos advierten que el encarecimiento del crédito, el freno del consumo y la falta de inversión podrían profundizar la recesión en los próximos meses.
La escalada de las tasas de interés volvió a encender las alarmas en el mercado financiero. En una jornada marcada por la tensión política y la escasez de pesos, el rendimiento de las operaciones de corto plazo trepó hasta el 125% anual, un nivel sin precedentes en el año. El salto se produjo luego de que el presidente estadounidense Donald Trump hiciera declaraciones sobre las próximas elecciones legislativas en la Argentina, que generaron incertidumbre entre los inversores y acentuaron la falta de liquidez del sistema. A menos de dos semanas de los comicios, el Banco Central optó por no intervenir, lo que amplificó la volatilidad y llevó al Tesoro a preparar una nueva licitación de deuda para intentar contener la presión.
Según la consultora Delphos Investment, la reducción a cero de los pasivos remunerados del BCRA y el retiro de liquidez del sistema generaron una “esterilización adicional” que dejó a los bancos con escasos fondos para operar. Mientras tanto, el Tesoro busca aliviar las tensiones a través de una nueva licitación de deuda por $3,9 billones, con instrumentos en pesos y en dólares.
Las consecuencias económicas
El salto de las tasas, a menos de dos semanas de los comicios, anticipa un escenario de mayor presión sobre el crédito, el consumo y la actividad económica, que los analistas ya advierten como uno de los efectos más severos de la crisis de liquidez.
Para entender exactamente cuáles son las consecuencias que la suba de tasas puede tener sobre la economía, El Medio consultó a diferentes expertos, que compartieron sus puntos de vista.
Para el economista Nicolás Aroma, el actual escenario de tasas elevadas es insostenible. “Lo que se está viendo es una alta volatilidad en las tasas de interés. No solamente que aumentan, sino que todo el sistema de política monetaria luce muy impreciso”, explicó. Según su análisis, el Gobierno decidió dejar que “el mercado defienda de manera endógena la tasa de interés”, es decir, que esta se determine únicamente por oferta y demanda de dinero, “algo que no suele aplicarse en ningún lugar del mundo de esta manera”.
Aroma advirtió que este esquema “ya produjo una virtual recesión” y que si las tasas se mantienen en estos niveles, “el costo de endeudamiento lo único que produce es mayores problemas, tanto del lado del consumidor como del lado de quien quiere financiarse”. Agregó que “las tasas reales, descontando inflación, están 40 o 50 puntos por encima del nivel de precios”, lo que vuelve “impagable cualquier crédito para empresas o familias”.
El economista señaló además que el crédito prácticamente se frenó. “Los bancos, en normas no comunicadas, han frenado las líneas de crédito, fundamentalmente las hipotecarias. No solamente no se entregan nuevos préstamos, sino que se han aumentado las tasas y se dejaron de renovar operaciones hasta después de las elecciones”, detalló. En su opinión, el resultado es “un proceso recesivo hacia adelante, con empresas endeudadas que no pueden repagar y una demanda muy debilitada”.
Efecto sobre el consumo y el dólar
El impacto también se traslada al consumo. De acuerdo con Daniel Garro, economista y director de Value International Group, el aumento de tasas “si se mantiene en el tiempo, siempre repercute sobre las decisiones de gasto de las familias”. “Las decisiones de consumo difícilmente cambien de un día para el otro. Pero si la tasa alta persiste durante semanas o meses, el efecto es inevitable”, explicó.
Garro sostuvo que la suba actual “responde a una preferencia temporal de los agentes económicos por consumir hoy y no esperar, ante la incertidumbre electoral”. “La tasa de interés es un precio más, que refleja la decisión de gastar en el presente o en el futuro. Cuando sube, el mercado te está premiando por esperar”, añadió.
En ese sentido, destacó que la caída en la demanda de dinero se combina con los temores por el resultado electoral y la posibilidad de un cambio de rumbo en la política económica. “Muchos agentes buscan dolarizarse por las dudas, y el Gobierno responde aumentando las tasas para desalentar esa salida del peso. Pero llega un punto en que eso deja de ser efectivo”, apuntó Garro.
El economista también mencionó que “la actividad económica se ha frenado en los últimos meses”, lo que redujo la demanda de dinero transaccional, es decir, los pesos necesarios para el movimiento diario de la economía. “Hoy la tasa debería ser lo más baja posible, pero la herencia de un excedente monetario muy grande hace que el Gobierno tenga que administrarlo con cuidado para pasar el proceso electoral”, evaluó.
Un freno para la inversión
Por su parte, Carlos Rodríguez, economista, coincidió en que la principal consecuencia del salto en las tasas es su impacto sobre la economía real. “Lo que más preocupa, más allá de lo financiero, son las consecuencias sobre el consumo y la inversión. Las altas tasas dificultan el financiamiento y llevan a la economía a una ralentización o directamente al estancamiento”, afirmó.
Rodríguez remarcó que “las tasas del descubierto al 100% son una locura” y que esta situación “ya está afectando la economía real”. En su visión, el Gobierno tiene herramientas para aliviar la presión si decide hacerlo. “Podría reducir los encajes bancarios para liberar liquidez o establecer un techo a las tasas, aunque esto último parece más improbable por la forma en que se ha manejado la política económica”, señaló.
“El tema es si el Gobierno convalida o no convalida las tasas”, añadió. “Por eso hay que esperar el resultado de la licitación de deuda. Si introduce algo de liquidez en el mercado, puede hacer más llevadera la situación.”
En conjunto, los analistas coinciden en que el nuevo nivel de tasas marca un punto de inflexión en la política económica. La falta de liquidez, el freno del crédito y el aumento del costo del financiamiento configuran un cuadro de fragilidad macroeconómica que podría extenderse más allá de las elecciones.
En palabras de Rodríguez, “más allá de las turbulencias financieras, la preocupación fundamental es el impacto sobre la economía real, que es muy negativo”.