Audiencia Pública: entre verdades, falacias y maniobras dilatorias

La Audiencia Pública dejó al descubierto, no solo las posiciones a favor y en contra, sino también la distancia entre la verdad y el relato. Con datos técnicos y la participación garantizada para todos, las falacias y maniobras dilatorias quedaron expuestas. Este análisis reúne las más evidentes.

ANALISIS

La Audiencia Pública por el Proyecto San Jorge Cobre Mendocino fue, por su extensión y amplitud de participación, un ejercicio ejemplar de democracia. Seis jornadas presenciales, tres virtuales y una adicional para quienes, estando inscriptos, no lograron conectarse. Transporte garantizado, libre acceso estrictamente cumplido según el orden informado con anterioridad y amplia difusión previa: todo estuvo dispuesto y milimétricamente organizado para que la ciudadanía pudiera expresarse.

Por eso, queda claro: el que no participó, no lo hizo porque no quiso.

“Audiencia privada”: el primer relato falso

Uno de los eslóganes más repetidos por los opositores fue que esta era una “audiencia privada”. Difícil sostenerlo cuando se permitió hablar a todos los que cumplieron con la correspondiente inscripción, incluso a quienes usaron el espacio para denigrar, ofender  o agredir verbalmente.

Si de verdad hubiera sido “privada”, los únicos oradores hubieran sido quienes apoyaban el proyecto. Pero no: aquí hubo diversidad de voces, aunque algunas vinieran con más hostilidad que argumentos.

Asambleas paralelas, hostigamiento y maniobras dilatorias

Como si no bastara, se intentó instalar como “válida” una asamblea improvisada en el pueblo el mismo día de la apertura oficial de la audiencia que, curiosamente, según sus organizadores, se expresó en contra de la minería.

Más allá de su nula validez institucional, preocupa la metodología: una persona que había participado en la audiencia oficial, manifestándose a favor del proyecto, fue identificada y atacada verbalmente por algunos presentes en esa asamblea. ¿Democracia? Más bien un mecanismo de hostigamiento.

El “mantra” del agua

El temor al uso del agua se repitió como una letanía. Sin embargo, los informes técnicos confirmaron que el proyecto cumple sobradamente con la Ley 7.722.

Pero la mentira, una vez instalada, se convierte en arma política: asusta a quien no tiene información técnica y resulta más fácil de propagar que la verdad. Mientras tanto, muchos de los que se declaran guardianes del agua siguen regando calles, lavando autos y dejando correr mangueras sin control. Pregunto: ¿de dónde sacan el agua quienes llenan piscinas? ¿Acaso eso no implica un derroche de miles de litros de agua potabilizada?

Contaminación selectiva

Otro eje recurrente fue la supuesta contaminación minera. Sorprende que la indignación no alcance a las basuras y residuos que ya contaminan Uspallata:

*Centenares de botellas con orina arrojadas por camioneros en las banquinas de la Ruta 7.

*Pañales y bolsas plásticas esparcidos al viento.

*Basura domiciliaria en el cauce del arroyo Uspallata.

*Quema de hojas por doquier, generando humaredas tóxicas.

*Un basural a 3.000 metros de la Ruta 7, visible para cualquier turista que visite el Cerro Siete Colores.

*Miles de camiones atravesando a diario el centro de la villa, liberando humo y  gases contaminantes que afectan directamente la calidad del aire.

Curioso concepto de ambientalismo: el que exige, pero no empieza por ordenar su propia casa.

Cloacas ausentes, silencio presente.

Excepto en la zona céntrica, Uspallata no cuenta con sistema cloacal en su periferia, donde se ubican numerosas cabañas, restaurantes y comercios. Los efluentes de quienes viven en la margen este de la Ruta 7 se infiltran en el suelo, contaminando necesariamente a quienes habitan metros más abajo, en la zona comprendida entre la margen oeste y el arroyo Uspallata. ¿Dónde está el activismo frente a este grave foco de contaminación real y cotidiano?

El “no” absoluto y la incoherencia cotidiana

En una posición extrema, hasta hubo un caso lindante con lo absurdo de alguien que afirmó, muy suelto de cuerpo, que no acepta la minería en Uspallata, Mendoza, Argentina, Latinoamérica… ni en ningún lugar del mundo. Un rechazo total que, llevado a la práctica y con coherencia, exigiría renunciar a celulares, autos, medicinas y hasta a la luz eléctrica.

La realidad del desarrollo.

Todo progreso humano implica una modificación del entorno. Urbanizar Uspallata exigió remover flora y desplazar fauna, lo mismo que la construcción de un dique o una ruta. La cuestión no es negar el cambio, sino gestionarlo con control, planificación y estándares claros.

Queda muy claro que el objetivo de tantas falacias y eslóganes vacíos no es debatir ni buscar consensos: es frenar el desarrollo a cualquier costo.

Lo demás es demagogia. Y la demagogia, cuando posterga oportunidades de desarrollo, también tiene consecuencias sociales y económicas.

El rol del Estado y la economía real.

Muchos detractores  de la minería, en una simplificación que denota absoluto desconocimiento, afirmaron que no es la empresa minera la que debe construir escuelas, caminos o dar trabajo, sino que debe hacerlo el Estado. Lo que no razonan es que, al desarrollar una industria que genera a su vez muchas otras  actividades, el Estado puede recaudar más impuestos y, con esos recursos, financiar las obras y servicios que la comunidad necesita.

Pretender que el Estado cubra esas necesidades sin empresas ni industrias que generen aportes tributarios es desconocer la base misma del funcionamiento económico. La inversión productiva no reemplaza al Estado, lo fortalece.

Conclusión

La Audiencia Pública desarrollada durante estos días, cumpliendo todos y cada uno de los requisitos legales y técnicos establecidos, es la única instancia válida para la participación ciudadana en este proceso. Todo lo que se realice por fuera de este marco carece de legitimidad y de efectos vinculantes. El debate ya tuvo su espacio, las voces ya fueron escuchadas; ahora corresponde avanzar con las decisiones que la ley y el interés común demandan.

SI HAY ALGO QUE NO ES NEGOCIABLE PARA LAS GENERACIONES FUTURAS, ES EL PROGRESO.

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