El asteroide 2025 FA22, un cuerpo celeste de entre 130 y 290 metros de diámetro, pasó sin representar una amenaza para la Tierra, según confirmaron científicos rusos y la Agencia Espacial Europea (ESA). El acercamiento, que ocurrió el jueves 18 de septiembre, situó al asteroide a una distancia de unos 800.000 kilómetros, aproximadamente el doble de la que separa a nuestro planeta de la Luna.
Inicialmente, las primeras observaciones habían generado cierta alarma al sugerir una mínima posibilidad de impacto en el año 2089, lo que llevó al asteroide a encabezar brevemente la lista de riesgos de la ESA. Sin embargo, nuevas mediciones permitieron a los astrónomos descartar cualquier peligro, y el objeto fue retirado de esa lista en mayo.

Lejos de ser una amenaza, este sobrevuelo fue considerado una oportunidad única para la ciencia.
El asteroide fue el protagonista de una campaña de observación coordinada por la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN). El objetivo de esta iniciativa es poner a prueba la capacidad de la comunidad científica global para medir la órbita y las propiedades físicas de los cuerpos cercanos a la Tierra, así como para mejorar la coordinación y el intercambio de información entre sus miembros.
Este tipo de observaciones, que incluyen la astrometría (medición de la posición, movimiento y brillo del asteroide) y la polarimetría (estudio de la luz solar reflejada para determinar su composición y textura de la superficie), son fundamentales.
Practicar estas mediciones es crucial, ya que los científicos consideran que las propiedades de un asteroide influyen en la forma en que reaccionaría ante cualquier intento de desviar su curso en caso de una colisión.