Una imagen de una simple casa en venta en el barrio Parque Luro de Mar del Plata ha desenterrado una historia de saqueo y crimen de la Segunda Guerra Mundial. El "Retrato de una dama" del pintor italiano Giuseppe Ghislandi, una pieza del siglo XVII valuada en millones de dólares, fue detectada en una foto de un aviso inmobiliario, reviviendo un caso de arte robado por el régimen nazi hace más de 80 años.
La pintura, que formaba parte de la prestigiosa colección del marchante judío neerlandés Jacques Goudstikker, fue confiscada en 1940 durante la invasión alemana a los Países Bajos.
A través de un minucioso seguimiento, la prensa de los Países Bajos, en colaboración con Interpol y la Aduana, logró rastrear la obra hasta una casa en Mar del Plata, propiedad de la hija de Friedrich Gustav Kadgien, un funcionario del Tercer Reich que vivió en Argentina hasta su muerte en 1978.
La aparición del cuadro en el portal inmobiliario activó una investigación judicial. El fiscal federal Carlos Martínez ordenó un allanamiento en la vivienda, donde se incautaron otros objetos de interés, pero la obra de Ghislandi ya no estaba. La principal hipótesis es que fue retirada de la casa poco después de que las fotos fueran publicadas.
La pesquisa ahora busca determinar la responsabilidad de la actual poseedora, mientras que los herederos de Goudstikker, quienes han pasado décadas buscando su colección, exigen la restitución de la pieza.
La historia de Friedrich Gustav Kadgien es un claro ejemplo del refugio que encontraron los jerarcas nazis en Sudamérica. Como experto en finanzas del Tercer Reich, Kadgien se encargó de mover fortunas y obras de arte robadas, para luego escapar de la justicia al final de la guerra, radicándose en Buenos Aires sin ser molestado.
El hallazgo de la pintura, sumado a la posible existencia de otra obra del artista Abraham Mignon en manos de la misma familia, pone de manifiesto que el legado del expolio nazi sigue saliendo a la luz, incluso en lugares inesperados. El "Retrato de una dama" sigue desaparecido, pero su descubrimiento reaviva una deuda histórica con la memoria y la justicia.