Las quimeras, también conocidas como peces rata, son unos enigmáticos peces cartilaginosos que habitan en las profundidades del océano y son parientes lejanos de los tiburones. Entre sus muchas rarezas, los machos poseen una estructura única en la cabeza: un apéndice cartilaginoso articulado, llamado tenáculo, que está cubierto de estructuras similares a dientes y que utilizan para sujetar a las hembras durante el apareamiento. Hasta ahora, el origen evolutivo de estos "dientes" extraorales era un misterio.
Un nuevo estudio, publicado en la revista PNAS, ha investigado el desarrollo de este órgano en el Pez Rata Moteado (Hydrolagus colliei) y ha llegado a una conclusión sorprendente: estos apéndices son, en efecto, dientes verdaderos. Los investigadores descubrieron que los dientes del tenáculo no son escamas modificadas (dentículos dérmicos) como se podría pensar, sino que se desarrollan a través de una lámina dental, un tejido epitelial especializado que hasta ahora se creía exclusivo de la mandíbula en los vertebrados con mandíbula.

El estudio siguió el desarrollo del tenáculo desde las etapas embrionarias hasta la madurez. Los científicos observaron que la estructura comienza como una pequeña protuberancia en la frente, que luego crece y desarrolla los dientes desde su interior, no desde la piel circundante. Mediante análisis genéticos, confirmaron la presencia en este tejido de marcadores moleculares clave para la formación de dientes, como los genes Sox2 y ß-catenina, los mismos que intervienen en el desarrollo de los dientes orales de los tiburones.

Este descubrimiento se ve reforzado por la evidencia fósil. El estudio integra datos de un holocéfalo de hace 315 millones de años, el Helodus simplex, que ya poseía un tenáculo con dientes muy similares a los de la mandíbula.
La presencia de una lámina dental fuera de la boca es un hallazgo sin precedentes que demuestra una plasticidad mucho mayor de lo que se pensaba en la evolución de los vertebrados. Sugiere que la capacidad de desarrollar dientes no estaba estrictamente limitada a la cavidad oral en los primeros ancestros de los vertebrados. Este descubrimiento no solo resuelve el enigma de los "dientes de la frente" de las quimeras, sino que también abre nuevas vías para entender la increíble diversidad craneofacial en el reino animal.