Por la baja de precios, repuntó la venta de vinos en el mercado interno
Aunque la inflación sigue en niveles elevados, los precios del vino se ajustaron por debajo del promedio general. Esta estrategia permitió que el consumo interno creciera en el primer semestre, pero genera preocupación entre los productores por su sostenibilidad a futuro
La diferencia de precios entre vinos en tetra y botellas se redujo considerablemente, lo que impulsó a los consumidores a optar por productos de mayor valor percibido sin un gran esfuerzo adicional. Foto: Hearstapps
Las bodegas sostienen el volumen de ventas a costa de márgenes mínimos. “En este escenario, el que piensa, pierde. Nadie quiere ceder mercado”, resumió Villanueva. Foto: Gentileza Acovi
En los primeros seis meses del año las ventas de vino repuntaron 1,9% en el mercado interno, según datos publicados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). En detalle, se paso de 334,4 millones de litros comercializados entre enero y junio a 2024 a un total de 340,9 millones de litros vendidos en igual período de 2025, es decir 6,5 millones más.
Ahora bien, lo interesante, más allá del comportamiento de las ventas, es que la recuperación se produjo en un contexto de baja de precios en términos reales. De acuerdo con un estudio de Vinodata, en los últimos doce meses el valor promedio del vino embotellado registró una suba del 32%. En ese mismo período, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) avanzó un 39,4%. Eso significa que, en los vinos se abarataron en relación al resto de los precios de la economía.
Por el momento no es posible hacer una comparación directa con los salarios, debido a que el numero más actual publicado por el Indec corresponde al mes de mayo, pero si se observa cómo venían evolucionando los sueldos hasta ese momento (aumentaron 65,7% interanual en el quinto mes del año), se puede deducir que los ingresos de los trabajadores crecieron bastante por encima de lo que lo hicieron los precios de los vinos.
Si se lleva el análisis más a fondo, se observa que prácticamente todos los segmentos de precios tuvieron el mismo comportamiento. Según el relevamiento, los vinos ultra premium (más de $31.114) se incrementaron 31% entre junio de 2024 e igual mes de este año. Fue algo mayor la suba de los vinos con valor de mercado de entre $21.780 y $31.114 (34% de variación). Los demás segmentos tuvieron variaciones interanuales del 31%, con excepción del rango de precios más bajo (menos de $4.356), que tuvo un aumento nominal del 43% en el período analizado. En este último caso, el nivel de suba sí estuvo por encima del IPC, por lo que se encareció en términos reales.
El escenario de la vitivinicultura
El repunte en el consumo de vino durante el primer semestre del año se explica, en parte, por un fenómeno particular: una política de precios contenida que permitió a muchas bodegas sostener o incluso aumentar el volumen de ventas en el mercado interno. Sin embargo, detrás de este crecimiento hay señales de alerta sobre la sostenibilidad de estos valores y su impacto en la cadena productiva.
“Hay una relación directa entre pasarte un poquito de la raya y bajar el volumen”, explicó Sergio Villanueva, presidente de la Unión Vitivinícola Argentina. Según el dirigente, los productos que aumentaron de precio por encima de la inflación, como ocurrió con la cerveza, perdieron participación, mientras que aquellos que lograron ajustar por debajo, como el vino, sostuvieron o mejoraron su posición. “Hoy cualquier vino, hasta el más caro, está mucho más accesible que en otras épocas”, señaló.
En ese sentido, Villanueva indicó que en supermercados, el 85% del vino en formato de 750 cm³ se ofrece por debajo de los 5.000 o 6.000 pesos. “Si le sumás el canal tradicional, como almacenes y autoservicios, que generalmente están más abajo, yo te diría que más del 90% de los vinos están por debajo de los 6.000 pesos”, puntualizó. Esta situación genera que “el consumidor tenga hoy la posibilidad de cambiar de un nivel de vino a otro por muy poca plata”.
Las bodegas sostienen el volumen de ventas a costa de márgenes mínimos. “En este escenario, el que piensa, pierde. Nadie quiere ceder mercado”, resumió Villanueva
Esa modificación en la estructura de precios también redujo las brechas entre los distintos segmentos. “Antes había más diferencia entre un tetra y una botella. Hoy hay vinos en botella muy conocidos por 2.500, 3.000 o 4.000 pesos, apenas por encima de un tetra que cuesta 2.000. Eso trae como efecto que el consumidor elija subir de categoría sin un gran esfuerzo”, detalló Villanueva.
Desde la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), su gerente Carlos Fiochetta coincidió con este diagnóstico y lo vinculó con el comportamiento del consumidor en un contexto de desaceleración inflacionaria. “El consumidor, al haberse diluido esta bruma de la inflación, es mucho más preciso al elegir. Cualquier modificación, por más pequeña que sea, tiene un efecto superlativo en la caída de ventas”, expresó.
Fiochetta apuntó que este fenómeno se ve sobre todo en los segmentos básicos y medios, donde los consumidores están particularmente sensibles al precio. “Tocás el precio y se te caen las ventas. Esa es una premisa común entre muchas bodegas con las que hablo. Por eso, el vino ha venido ajustando por debajo de la inflación, lo que lo hizo competitivo frente a bebidas sustitutas”, explicó.
Esta estrategia de contención, sin embargo, trae consigo efectos secundarios. Según Villanueva, los precios actuales están por debajo de los costos de producción. “Hay que ver si esto es sostenible en el tiempo. Porque implica un precio de vino y, por lo tanto, de la producción, muy bajo. Algunos prefieren comprar uva antes que producirla. Y cuando eso pasa, el que está vendiendo por debajo del costo te está transfiriendo su capital”, advirtió.
Un escenario similar describió Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, quien alertó sobre las dificultades que enfrentan los productores, especialmente en Mendoza. “Estamos muy preocupados por el precio del vino de traslado, que es la moneda del productor. Si en góndola los precios bajan, el que termina subsidiando al consumidor es el productor”, señaló.
Según Sosa, los costos siguen aumentando, aunque sea en menor proporción que meses anteriores. “Más allá de si el índice de inflación está por debajo del promedio o no, los costos van en aumento. Mendoza tiene tarifas eléctricas muy altas y una estructura de contratación por potencia que hace que los costos de elaboración sean muy elevados”, explicó. En algunos casos, afirmó, los productores están “trabajando en el límite o por debajo del costo, esperando que en algún momento del año se recomponga la rentabilidad”.
Según los referentes, muchos productores trabajan al límite o por debajo del costo
Otro factor que agrava la situación es la falta de financiamiento, que obliga a muchos productores a vender su vino al precio que el mercado les ofrezca. “Si no tenés financiamiento, salís al mercado a vender al precio que encuentres para pagar los gastos culturales o de mantenimiento de la bodega”, detalló Sosa. Por eso, desde el sector impulsan mecanismos como la reactivación del banco de vinos, que permitiría inmovilizar parte de la producción a cambio de crédito, tonificando así el precio del vino de traslado.
Más allá de la coyuntura, Villanueva planteó que hay tendencias estructurales que también inciden en el consumo. “Tenés que trazar dos líneas: una que tiene que ver con los cambios de hábito, como la menor ingesta de alcohol, y otra con la situación económica del país. Hay sectores de menor poder adquisitivo que no están consumiendo menos, sino eligiendo qué consumir. Lo que no es esencial corre riesgo de ser eliminado”, apuntó.
En ese marco, el vino logró mantenerse a flote dentro de las bebidas alcohólicas. “En el mercado interno, el vino creció casi un 2% en el semestre. En un contexto de retracción general del consumo de bebidas, no es un dato menor”, resaltó Villanueva. Sin embargo, aclaró que las estadísticas del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) se refieren a despachos y no necesariamente al consumo efectivo.
Fuerte competencia interna
El fenómeno también generó una competencia interna muy fuerte. “En este escenario, el que piensa, pierde. Nadie quiere perder volumen. Las bodegas están bajo una presión enorme para no ceder espacio. Hay supermercados que te dicen: te dejo el vino, no importa si me lo podés pagar ahora. Eso presiona a toda la cadena”, relató Villanueva.
Sosa también mencionó que esa presión se extiende a toda la cadena. “Las bodegas ajustan costos y gastos por todos lados para sostenerse en el mercado. Pero en el mercado de uvas no se puede hacer mucho más. El productor vende su uva y, lamentablemente, está complicado con los plazos de pago. En algunos casos, ni siquiera se empezó a pagar la uva de esta cosecha”, alertó.
En definitiva, la mejora en los volúmenes de venta de vino en el mercado interno aparece como un dato positivo, pero sostenido sobre una estructura frágil. Las empresas lograron captar al consumidor a través de precios atractivos, pero a costa de reducir márgenes y asumir riesgos que podrían comprometer la sostenibilidad del sector si no se revierte la situación de fondo.