En Gran Mendoza, hay más de 120 mil personas buscando trabajo
Aunque la tasa de desocupación es del 6,9%, el número de personas que buscan empleo en el Gran Mendoza supera las 123.000 si se suman los ocupados que intentan cambiar de trabajo. Economistas advierten por la caída del turismo, la pérdida de poder adquisitivo y la precarización laboral
En el Gran Mendoza, más de 123.000 personas están activamente buscando empleo, una cifra que surge de sumar a los 36.000 desocupados con los 87.300 ocupados que, a pesar de tener trabajo, buscan otro mejor. Este fenómeno, evidenciado en la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, refleja un mercado laboral tensionado, marcado por la insatisfacción y la precariedad. La desocupación alcanzó el 6,9% en el primer trimestre de 2025, pero el dato más preocupante es que casi uno de cada cinco trabajadores formales también está en búsqueda de otra fuente de ingresos.
La falta de empleo de calidad se explica por una combinación de factores: baja actividad en sectores clave, alta informalidad y un entorno inflacionario que encarece los costos operativos. Según el economista Sebastián Laza, la caída del turismo afectó especialmente a Mendoza, con una pérdida importante de empleos ligados a ese sector. A su vez, Carlos Rodríguez señala que, aunque la inflación se desacelera, los salarios siguen rezagados, lo que obliga a muchas familias a buscar ingresos adicionales.
En este contexto, se consolidan trabajos múltiples, sueldos bajos y condiciones laborales frágiles, en una economía que todavía no muestra signos claros de recuperación sostenida.
En el Gran Mendoza, más de 123.000 personas están activamente buscando empleo. El número surge de sumar a los desocupados con los ocupados que, a pesar de tener trabajo, intentan conseguir otro.
El mercado laboral mendocino muestra señales de tensión. En el primer trimestre de 2025, el Gran Mendoza registró 36.000 desocupados, es decir, personas que forman parte de la población económicamente activa pero que no lograron conseguir trabajo. Sin embargo, la cifra de quienes están buscando una fuente de ingresos no se limita a ese grupo. Según el Indec, el 18,3% de los ocupados también se consideran “demandantes de empleo”, lo que representa unas 87.300 personas adicionales.
Así, entre quienes no tienen trabajo y quienes desean cambiar el que tienen —ya sea por uno mejor remunerado, más estable o con mejores condiciones—, el universo de buscadores de empleo supera las 123.000 personas en el Gran Mendoza.
Los datos se desprenden de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) elaborada por el Indec y recopilados por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) de Mendoza, y reflejan una tendencia que se viene consolidando desde mediados de 2023: el estancamiento del empleo formal y la insatisfacción con buena parte de los trabajos disponibles.
Más de 87.000 personas con trabajo en el Gran Mendoza siguen buscando otra ocupación, según datos oficiales.
En términos proporcionales, el nivel de desocupación alcanzó el 6,9% de la población económicamente activa, mientras que la porción de ocupados demandantes representa casi uno de cada cinco trabajadores. Este fenómeno revela no solo las dificultades para conseguir empleo, sino también la precariedad de una parte importante del trabajo existente, en un contexto económico que sigue siendo adverso para amplios sectores.
El contexto económico y la calidad del empleo
Según consultoras privadas y cámaras empresariales locales, el freno en la creación de empleo responde principalmente a dos factores: la baja actividad en sectores clave y el aumento de los costos operativos en un entorno inflacionario. Al mismo tiempo, la mayoría de los nuevos empleos que se crean son informales, temporarios o con ingresos por debajo de la canasta básica.
Para el economista Sebastián Laza, asesor del Ministerio de Economía de Mendoza, el leve aumento en la desocupación durante el primer trimestre del año está vinculado con la caída de la actividad turística, un sector que venía siendo clave para el empleo local. “Lo que reflejan las cifras del EPH es claramente el efecto de menor turismo”, explicó. Según su análisis, la comparación con una buena temporada turística en 2024 deja en evidencia la pérdida de puestos informales ligados a servicios, alojamiento y gastronomía.
“El efecto del atraso cambiario sobre el turismo ha sido fuerte para Mendoza”, subrayó Laza, aludiendo a la pérdida de competitividad frente a países vecinos como Chile. Ese impacto, sumado a la falta de recuperación del poder adquisitivo, generó que muchas personas ocupadas empiecen a demandar más horas o un segundo empleo para sostener sus ingresos.Muchos hogares mendocinos dependen de múltiples empleos para cubrir sus necesidades básicas.
Carlos Rodríguez, economista y profesor universitario, coincide en que hay una presión estructural sobre el ingreso. “A pesar de que la inflación se detuvo, los pesos no alcanzan. Entonces, tenés que buscar más horas o que otros miembros de la familia comiencen a trabajar”, señaló. Para él, el fenómeno observado en Mendoza se enmarca en un contexto nacional donde conviven sectores que mejoran con otros que se estancan o retroceden. “Este modelo tiene ganadores y perdedores. Hay una gran heterogeneidad entre sectores: algunos van para adelante y otros lo hacen a muchísima menor velocidad o incluso retroceden”, explicó.
Ambos especialistas destacan que, más allá de las cifras de desocupación, hay una precarización del empleo que empuja a miles de trabajadores a buscar alternativas. “El nivel de los salarios depende de la productividad del trabajo, y como hubo poco o nulo proceso de inversión en los últimos años, la productividad es baja y los salarios también lo son”, agregó Rodríguez. Esta combinación deriva en un escenario en el que el empleo puede ser formal, pero insuficiente para cubrir las necesidades del hogar.
Una tensión que se siente en los hogares
Detrás de las estadísticas hay una realidad cotidiana: trabajadores que se desempeñan en condiciones precarias, con jornadas fragmentadas, sueldos por debajo de la línea de pobreza o sin acceso a aportes previsionales. En muchos casos, las familias deben organizarse para generar ingresos por múltiples vías, sumando trabajos por hora, changas o emprendimientos informales.
Además, según Laza, el deterioro del poder de compra incide directamente en la demanda laboral: “La macroeconomía nacional todavía no termina de despegar, el poder adquisitivo aún no se recupera del todo y eso empuja a la gente a buscar más ingresos”.
La conjunción de baja inversión, salarios estancados y menor dinamismo económico local plantea desafíos importantes para el futuro inmediato del empleo en Mendoza. Aunque la tasa de desocupación todavía se mantiene por debajo de los dos dígitos, el crecimiento de los ocupados demandantes de empleo alerta sobre un mercado laboral tensionado, con poca capacidad para absorber a quienes quieren y necesitan trabajar más y mejor.