El partido de ida entre Peñarol y Racing, por los octavos de final de la Copa Libertadores, se destacó por su baja calidad, con un tiempo de juego efectivo muy reducido y un resultado de 1-0 a favor del equipo uruguayo. A continuación, se detallan los tres principales factores que contribuyeron a que este encuentro fuera uno de los peores del certamen.
A pesar de durar 101 minutos, el balón estuvo en juego por apenas 39 minutos y 24 segundos, lo que representa solo el 38% del tiempo total. Esta cifra se debe a la gran cantidad de interrupciones, con un total de 34 faltas y dos intervenciones del VAR. Una de las revisiones de VAR resultó en la rectificación de una tarjeta roja para el jugador de Racing, Adrián Martínez, mientras que la otra confirmó el gol de Peñarol.

El césped del estadio "Campeón del Siglo" estaba en pésimas condiciones, con múltiples pozos que hacían imposible controlar la pelota. Este factor obligó a ambos equipos a optar por un juego de pelotazos largos, lo cual fue reconocido por los propios protagonistas. El entrenador de Racing, Gustavo Costas, y sus jugadores, Adrián Martínez y Santiago Solari, mencionaron que el estado del campo impidió que pudieran desarrollar su estilo de juego habitual.
El planteamiento táctico de ambos equipos también contribuyó a la falta de espectáculo. Peñarol optó por un mediocampo con tres volantes de marca, priorizando la lucha sobre el juego creativo. Por otro lado, Racing es un equipo que busca explotar los espacios, una estrategia que no funcionó ante un rival tan defensivo y en una cancha que no permitía pases precisos. Esta combinación de estilos, sumada a las otras dificultades, resultó en un partido difícil de ver para el espectador neutral. La esperanza es que el encuentro de vuelta mejore significativamente.