El estudio de modelación de la subcuenca El Carrizal, realizado por el INA a fines del siglo pasado nos brinda una extraordinaria herramienta para anticipar el destino del stock de agua subterránea en el futuro. El trabajo contiene nada menos que balances hídricos anuales de esta cuenca para las dos últimas décadas del pasado siglo. Esta información fue utilizada por el Departamento General de Irrigación para formular la prohibición de establecer nuevas concesiones en la cuenca.

Lo más importante es que con el modelo se logra medir simple y claramente el cambio anual en el stock de agua subterránea en función del derrame de agua en el río Mendoza. Una forma sencilla y directa para anticipar, en base a los derrames esperados, hasta donde el bombeo de agua subterránea será sustentable.

A fin de dar una idea de magnitud de los valores involucrados, la máxima recarga calculada en el trabajo asciende a 72,3 hm3 por año mientras que la máxima descarga (o sobreexplotación) es de -66,8 hm3. Las principales conclusiones que se pueden observar son que si los derrames se mantienen por debajo de unos 1.400 hm3 por año, es muy probable una secular reducción en el stock de agua subterránea, y consecuentemente, su nivel. En este sentido, ante la alta probabilidad de que continúe el observado proceso de mega sequía, resulta socialmente indeseable y contraproducente avanzar en la concesión de permisos de perforación. Estaríamos colaborando en la sobreexplotación del agua subterránea, y así acumulando costos sociales a la presente y futuras generaciones.