Análisis

El agua en la Mendoza de hoy y de siempre

Si bien la Provincia avanza con un Plan Hídrico y la reforma del Código de Agua, hay obras que definir y el criterio para priorizarlas, además de conseguir el dinero para poder realizarlas.
miércoles, 7 de mayo de 2025 · 06:31

El agua fue y es en Mendoza un tema fundamental, fundacional, que ocupa a todos los niveles de la sociedad, un tema al que nadie es ajeno.

Hoy hay una trágica novedad, la escasez. Nuestros ríos traen la mitad del agua que llevaban hace diez años, y toda la ciencia dice que en las próximas décadas esta disminución se incrementará. A la vez la necesidad del recurso, por crecimiento de la población (1% anual) y de las diversas actividades económicas, las existentes y las por venir, irá en aumento.

Un dato importante es el reconocimiento común de que tanto en el uso humano, que lleva un 12% del total, como en el uso agrícola que lleva el 80%, estamos desperdiciando la mitad del recurso existente, por deficiencias del sistema público y privado.

Esa tremenda ineficiencia que reiteramos nos hace desperdiciar un litro de cada dos, tiene otra buena perspectiva: reducir sustancialmente esas ineficiencias es posible. Existen en el mundo y aún entre nosotros, muestras de que con tecnologías accesibles se puede solucionar el problema, lo que no implica que sean baratas.

En el uso humano es necesario suplantar muchos kilómetros de caños que están destruidos por otros sanos, que se ubican debajo de nuestras ciudades. Se trata de poner medidores y tarifas que lleven al uso eficiente. En el riego agrícola hacer reservorios que permitan contener el caudal de nuestros ríos para distribuir el recurso en función de las necesidades. Canales y tuberías que lleven al agua a las fincas y que estas tengan riego por goteo, presurizado o el que resulte más conveniente para lo implantado. Así de simple, pero claro, el tema es el costo. Por lo incipiente del desarrollo de los planes no se tienen cifras precisas, pero una primera aproximación nos indicaría que para agua y saneamiento necesitaríamos no menos de 1.500 millones de dólares, y para el sistema de riego otros 3.000 a 4.000 millones, y esto sin contar con lo que debieran invertir los regantes intra finca.

En este momento tenemos cinco oasis, el norte (el gran Mendoza con Lavalle) en el que vive la mitad de la población de la Provincia, 1.100.000 ha); el este (San Martín, Rivadavia, Junín, Santa Rosa y La Paz), el Valle de Uco (Tupungato, San Carlos y Tunuyan); el sur San Rafael y Alvear y Malargüe. Entre todos hay unas 400.000 hectáreas empadronadas con derecho de riego y efectivamente irrigadas unas 300.000. Ocupamos así unos 6.000 km2, el 4% de los 150.000 que tiene la Provincia.

A lo largo de varios siglos, tomamos toda, toda el agua de todos nuestros ríos, la pasamos a canales, zanjones, acequias, hijuelas y transformamos un desierto, en el que el arbusto más alto, y en muy pocas zonas, podía llegar a los dos metros de alto, en estos cinco oasis con ciudades bosque, con parques, y 300.000 has de viñedos, frutales, hortalizas, que asombra aún a propios y extraños, por eso nos visitan y conocen en el mundo.

Bien, hoy el agua no alcanza, una opción es seguir igual, con el mismo sistema de toma y distribución del recurso. Ocurrirá entonces lo que viene ocurriendo, los oasis se vienen achicando en sus extremos, Lavalle, La Paz, Rivadavia, Santa Rosa, San Rafael, Alvear, Malargüe. En todos los oasis, menos en Valle de Uco, las superficies cultivadas vienen disminuyendo. En este último es el único en que las plantaciones de todas la variedades viene creciendo.

Con acierto el Gobierno ha tomado la iniciativa de elaborar lo que ha llamado un Plan Hidríco y luego un nuevo Código de Aguas. Iniciativas estas en sus etapas iniciales, sin definiciones aún de significación.

Este Plan Hídrico implica una redefinición de estos oasis de 6.000 km2 en los que habitamos 2.200.000 personas.

Obviamente no están los recursos para realizar de inmediato todas las obras en toda la provincia. Todo plan implica qué hacer y tan importante como qué hacer, es definir en qué orden hacerlo. Hay que reparar cañerías rotas en todas las redes de distribución de agua potable, con inversiones multimillonarias en dólares. ¿Por dónde comenzamos? ¿Por Alvear o por Capital? Otro tanto ocurre con los reservorios para el riego agrícola. ¿Por dónde comenzamos y por dónde seguimos? Sabiendo que como la disponibilidad de recursos no es mucha -hoy está instalado que no hay plata- corremos el riesgo de que los que queden para el final, cuando lleguen las obras, ya no existan. Otra vez la encrucijada que nos impone la definición de prioridades.

No es nuestro ánimo plantear hoy las distintas complejidades, sino establecer estas necesarias prioridades que traen aparejadas. Pero veamos un ejemplo, si el criterio a utilizar para establecer las mismas lo determina el mercado, habría pocas dudas de que hay que priorizar lejos Valle de Uco, en detrimento de las otras zonas. Si el criterio fuera mantener los oasis desde La Paz a Uspallata y desde Lavalle a Malargüe tal como están, otro sería el orden de prioridades. No tenemos la respuesta, insistimos en reconocer su complejidad, pero también que es una responsabilidad ineludible de los que hoy habitamos Mendoza, con los que ocupan los poderes del Estado a la cabeza, resolver con acierto este tema, para que de acá a 50 años se acuerden de nosotros como hoy nos acordamos del cacique Guaymallen, Ballofet, Emilio Civil, Cipolletti, etc. Señalamos que este es tal vez el único tema de esta trascendencia para los mendocinos que no depende en nada de la Nación, es un tema nuestro y lo resolvemos solo nosotros.

En El Medio estaremos día a día hablando y escuchando hablar del agua, como nuestra humilde contribución a que transitemos con éxito la elaboración y comienzo de ejecución de un Plan Hídrico para los próximos 50 años.

Más de