Los secretos que reveló un estudio a la mujer más longeva del mundo

Científicos revelan la paradoja biológica de M116, una supercentenaria que vivió 117 años.

VARIETE

Un estudio multiómico exhaustivo sobre M116, la persona viva verificada más longeva del mundo desde enero de 2023 hasta su fallecimiento en agosto de 2024 a los 117 años, ha arrojado luz sobre la longevidad humana extrema.

Este análisis sin precedentes examinó su genoma, transcriptoma, metaboloma, proteoma, microbioma y epigenoma, comparando los resultados con cohortes de individuos de menor edad.

El hallazgo principal es una dualidad biológica: M116 mostró signos innegables de envejecimiento extremo, como el acortamiento de los telómeros (la longitud media más corta entre los voluntarios sanos) y la aparición de hematopoyesis clonal (CHIP), un precursor de cánceres y enfermedades cardiovasculares.

Sin embargo, a pesar de estos marcadores de desgaste, la supercentenaria mantuvo una salud excepcional, libre de enfermedades importantes asociadas a la edad (neurodegeneración, diabetes o cáncer).

Los pilares moleculares de la resiliencia y la juventud

El estudio identifica varias vías que explican esta resistencia a la enfermedad, sugiriendo que la edad avanzada y la mala salud no están intrínsecamente ligadas a nivel molecular:

1. Genética y función inmunológica reforzada 

Variantes genéticas protectoras: M116 albergaba variantes genéticas raras (que no se encontraron en la mayoría de las poblaciones de control europeas) en genes asociados con la aptitud inmunológica (DSCAML1), la retención cognitiva y la cardioprotección (grupo protocadherina alfa).

Mitocondrias Robustas: Se encontraron variantes raras en genes relacionados con la función mitocondrial, y las pruebas experimentales demostraron que las células de M116 exhibían una función mitocondrial no solo preservada, sino robusta, un factor crucial contra el envejecimiento.

2. Metabolismo eficiente y baja inflamación 

Lípidos "Buenos": La supercentenaria presentó uno de los metabolismos lipídicos más eficientes jamás reportados, con niveles extremadamente bajos de colesterol VLDL y triglicéridos y un colesterol HDL ("bueno") muy alto. Este perfil se vincula con una longevidad prolongada y la ausencia de demencia.

Inflamación Mínima: Marcadores clave de inflamación sistémica, GlycA y GlycB, se encontraron en niveles muy bajos. Esto sugiere una respuesta mínima de fase aguda e inflamación de bajo grado, consistente con un perfil cardiometabólico favorable.

La Paradoja del Riesgo: Los únicos metabolitos que sugerían su edad avanzada y riesgo de muerte eran los niveles bajos de ciertos aminoácidos y la alta concentración de lactato y creatinina, demostrando la coexistencia de juventud funcional y deterioro cronológico.

3. El microbioma rejuvenecido 

Diversidad y abundancia de juventud: M116 mostró una alta diversidad en su microbiota fecal y, sorprendentemente, altos niveles de Bifidobacteriaceae (Bifidobacterium). Esto es notable porque este género bacteriano típicamente disminuye con la edad, pero se ha reportado en niveles elevados en otros supercentenarios. Este "bacterioma rejuvenecido" podría estar contribuyendo a sus bajos niveles de inflamación y a su longevidad.

4. Epigenoma joven 

Relojes Lentos: El análisis del epigenoma (la capa de información que controla la expresión genética) mostró que, según los relojes de metilación del ADN (marcadores moleculares de la edad biológica), M116 exhibía una edad biológica más joven de lo esperado para su edad cronológica de 117 años.

Conclusión y proyección

Los hallazgos en M116 (que vivió más de 30 años por encima de la media de su cohorte) ofrecen una nueva perspectiva sobre la biología del envejecimiento, sugiriendo que la longevidad extrema no se debe a un único factor, sino a una combinación resiliente de variantes genéticas, un metabolismo lipídico eficiente y un sistema inmunológico y microbioma "rejuvenecidos".

El estudio subraya la importancia de investigar a los supercentenarios como modelos de envejecimiento saludable, proporcionando biomarcadores para futuras intervenciones antienvejecimiento. Sin embargo, los autores advierten que la extrapolación de estos resultados a la población general requerirá estudios prospectivos y cohortes mucho más grandes.

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