Las cuatro claves que explican la baja de la inflación
Si bien se esperaba que el indicador perforara el 2% en el segundo semestre del año, se logró antes por la combinación de cuatro factores determinantes.
La inflación ha sorprendido al iniciar con un índice del 1%, un hito que se esperaba para la segunda mitad del año. Esta desaceleración se debe a una combinación de factores estratégicos y tendencias económicas:
1-El dólar como ancla: A pesar de la expectativa de un salto del dólar tras la eliminación del "cepo" cambiario, el tipo de cambio mayorista no solo se mantuvo estable, sino que incluso experimentó una caída del 3% en mayo y una leve baja en junio. Esto se atribuye a la decisión del gobierno de no intervenir en el mercado, lo que actúa como un tope para la cotización y, a su vez, disminuye la presión sobre los precios internos, incluyendo los bienes importados.
2-Salarios "pisados" estratégicamente: Con la reducción de la inflación como objetivo prioritario, el gobierno ha intervenido directamente en las negociaciones paritarias. Se ha negado a convalidar aumentos salariales superiores al 1%, buscando evitar que estas subidas se traduzcan en mayores precios. Gremios importantes como Comercio, Metalúrgicos y pilotos de Aerolíneas han aceptado incrementos que empiezan con un 1%, por debajo de sus demandas iniciales.
3-Desaceleración de los precios de los alimentos: Los alimentos, un componente clave del índice inflacionario, experimentaron un fuerte aumento del 5,9% en marzo debido a factores estacionales y a una cobertura precautoria ante la incertidumbre cambiaria. Sin embargo, esta tendencia se revirtió notablemente. En abril, la inflación de alimentos fue del 2,9%, y en mayo solo subieron un 0,5%, con una marcada disminución en productos estacionales. Esta desaceleración es crucial dado el gran peso de este rubro en la construcción del índice.
4-Tendencias en el consumo y cambio de expectativas: Mientras el consumo de bienes durables (autos, inmuebles, electrodomésticos) muestra signos de recuperación impulsado por el crédito, las ventas en supermercados y comercios minoristas están más rezagadas. Los salarios aún deprimidos influyen en las estrategias de compra: con la desaceleración de precios, los consumidores con poder de ahorro optan por bienes durables en lugar de acumular productos básicos. A esto se suma un cambio positivo en las expectativas: la exitosa salida del "cepo" ha convencido a los agentes económicos de que la desinflación continuará, llevando a consultoras y al Banco Central a revisar a la baja sus proyecciones de inflación para los próximos meses.