La psicología revela la doble cara de reírse de uno mismo

Aunque reírse de las propias fallas es un poderoso signo de inteligencia emocional y madurez, cuando este hábito se vuelve excesivo y se acompaña de autocríticas, puede ser una sutil señal de inseguridad y baja autoestima.

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La risa es un gesto natural y una herramienta social fundamental. Dentro de ese espectro, el acto de reírse de uno mismo se ha convertido en un hábito común que puede generar cercanía y fomentar vínculos fuertes. Sin embargo, la psicología advierte que la frecuencia y el tono de esta conducta son la clave para entender su verdadero significado en la vida de una persona.

La risa propia como señal de madurez emocional

En su vertiente más saludable, el autohumor es un signo de inteligencia emocional. Poder aceptar los errores y verlos con una dosis de humor revela una madurez emocional que aporta múltiples beneficios:

  • Reduce tensiones: aligera el peso de las fallas y de las situaciones incómodas, favoreciendo la liberación de estrés.
  • Fomenta la autoconfianza: demuestra resiliencia y aceptación personal, es decir, la capacidad de reconocer fallas y reírse de ellas sin sentir vergüenza.
  • Fortalece vínculos: actúa como una estrategia social eficaz para romper el hielo, generar empatía y mostrarse accesible y humilde ante los demás.
  • Estimula la creatividad y la salud: la risa en general, y la propia en particular, promueve la salud física al reducir los niveles de cortisol, y estimula una perspectiva más creativa ante los problemas.

El riesgo de un mecanismo de defensa excesivo

No obstante, cuando el hábito de reírse de uno mismo es constante y se enfoca en la autocrítica o la minimización personal, puede dejar de ser un recurso sano para transformarse en un mecanismo de defensa que oculta una realidad más compleja:

  • Inseguridad oculta: si el autohumor constante va acompañado de comentarios negativos hacia uno mismo, podría indicar una baja autopercepción o una profunda necesidad de aprobación externa. La persona se anticipa a la crítica externa criticándose a sí misma primero.
  • Estrategia para evitar críticas: en algunos casos, la risa propia sirve para desarmar a otros, evitando que las críticas externas o los comentarios negativos tengan un impacto completo. Es una forma de decir: "Ya lo sé, y me río de ello".
  • Baja autoestima: cuando el gesto se usa como una forma de esconder un malestar interno o baja autopercepción, la persona está utilizando el humor como una máscara social.

¿Cuándo el autohumor requiere atención psicológica?

La clave para distinguir el humor sano del autosabotaje radica en el tono y el impacto emocional. La psicología recomienda prestar atención a estos indicadores:

  • Si es liviano y genuino: si el humor propio es ligero, espontáneo y no refuerza sentimientos negativos sobre uno mismo, es un recurso psicológico sano que promueve el bienestar.
  • Si genera malestar: si el hábito se convierte en una forma constante de autocrítica que refuerza sentimientos de insuficiencia, genera malestar intenso o se siente como un disfraz social, puede ser una señal de baja autoestima que requiere ser trabajada en terapia.

Detectar cuándo es humor y cuándo es un pedido de ayuda es crucial para cuidar la salud emocional. Reírse de uno mismo es una herramienta poderosa para la vida social, siempre y cuando no se convierta en una forma de autosabotaje.

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