El nuevo tiranosaurio que reescribe la historia del T-rex

Un hallazgo paleontológico sin precedentes en Mongolia, el Khankhuuluu mongoliensis, un tiranosaurio más pequeño y esbelto, ha desvelado claves fundamentales sobre los orígenes y la compleja evolución del icónico T-rex y sus gigantescos parientes carnívoros.

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El mundo de la paleontología está de enhorabuena con el descubrimiento de una nueva especie de tiranosaurio, el Khankhuuluu mongoliensis, apodado el "príncipe dragón de Mongolia". Identificado a partir de dos esqueletos parciales hallados hace décadas, este depredador esbelto, de unos 4.5 metros de largo, vagó por las tierras cretácicas de Mongolia hace aproximadamente 86 millones de años. Su apariencia, similar a la de un T-rex juvenil con cuencas oculares redondas y mandíbulas poco profundas, lo convierte en una pieza crucial para comprender la evolución de los tiranosaurios.

Este hallazgo no es solo un nuevo nombre en la lista de dinosaurios; es la "historia del origen de los tiranosaurios", como lo describe Darla Zelenitsky, coautora del estudio publicado en Nature. El Khankhuuluu se posiciona justo fuera del grupo de los eutiranosaurios (los grandes depredadores como el T-rex), revelando cómo estos gigantes surgieron de ancestros más pequeños y gráciles.

Fotografía de Illustration by Voris et al. (2025), Nature

Los análisis filogenéticos sugieren que los tiranosauroideos asiáticos, similares a Khankhuuluu, se dispersaron hacia Norteamérica a mediados del Cretácico Superior, dando origen a los eutiranosaurios. Estos se diversificaron rápidamente en el continente americano, con linajes que permanecieron esbeltos y otros que evolucionaron hacia formas masivas y trituradoras de huesos.

Sorprendentemente, el estudio propone que los antepasados directos del T-rex no evolucionaron exclusivamente en Norteamérica. Hace unos 79-78 millones de años, al menos un linaje de tiranosaurios se aventuró de regreso a Asia, donde experimentaron una segunda "explosión" evolutiva. Esta diversificación dio lugar a dos grupos con marcadas diferencias morfológicas, influenciadas por la heterocronía: los Alioramini, más pequeños y gráciles (pedomorfosis), y los Tyrannosaurini, masivos y de hocico profundo (peramorfosis), que incluían a los ancestros del T-rex.

En definitiva, la saga evolutiva del T-rex y sus parientes es una compleja danza entre continentes, un vaivén transasiático-norteamericano que, gracias a descubrimientos como el Khankhuuluu mongoliensis, se revela cada vez con mayor claridad.

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