Contratos fugaces: por qué crecen los despidos antes de los seis meses

El uso de contratos breves y despidos antes de los seis meses se expande entre las empresas argentinas. Economistas explican que la práctica responde a picos de demanda, proyectos temporales y a la posibilidad de evitar los altos costos de las indemnizaciones.

Los especialistas aseguran que las empresas se limitan a los seis meses de contratación para evitar la indemnización por despido
ECONOMIA

La dinámica del mercado laboral argentino muestra un fenómeno en aumento: la contratación de trabajadores por períodos muy breves, con despidos que se concretan antes de cumplirse los seis meses. La tendencia está vinculada tanto a la búsqueda de flexibilidad por parte de las empresas como a los altos costos que implica mantener una relación laboral prolongada.

De acuerdo con especialistas, el fenómeno tiene raíces en la propia estructura del sistema laboral y en la coyuntura económica. En muchos casos, se trata de empleos asociados a picos de demanda o proyectos especiales, pero también influye la forma en que las compañías gestionan los riesgos derivados de las indemnizaciones y la rotación de personal.

Lo cierto, es que esta práctica afecta de sobremanera a los trabajadores, no sólo porque se quedan sin trabajo, sino también porque, con menos de seis meses de actividad, no pueden acceder al seguro de desempleo que ofrece la Nación. La ley dicta que los desocupados deben tener al menos seis meses trabajados (demostrables) en los últimos tres años para poder cobrar. Es decir que, sumando dos trabajos de menos de seis meses, podrían cobrar la prestación, pero claro, conseguir empleo no es tarea fácil y menos en un mercado que permanece prácticamente estancado desde hace diez años.

Las razones detrás de los contratos breves

Según explicó Nuria Susmel, economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), los contratos cortos responden en gran medida a necesidades puntuales. “En general es para tareas específicas, por altas transitorias de demanda, por proyectos de corto plazo o para reemplazar trabajadores de licencia”, detalló.

La especialista agregó que en otros casos las empresas utilizan este tipo de vínculos para probar las capacidades de los trabajadores antes de comprometerse a una relación de largo plazo. “La existencia de contratos cortos permite cubrir las necesidades de la empresa con costos más bajos. Y en el caso de las pruebas, evita comprometerse a relaciones que impliquen costos más altos”, remarcó.

En la misma línea, Jorge Colina, economista jefe de la consultora Idesa, señaló que el período de prueba es un elemento central en este esquema. “Las empresas se ciñen a contratar a la gente en lo que es el periodo de prueba. Antes eran tres meses, ahora son seis meses. Lo que ganan es que se ahorran la indemnización por despido. Una vez que pasan los seis meses, hay que pagar el preaviso más un mes adicional por indemnización”, explicó.

Colina también advirtió que este esquema se combina con la lógica de los ciclos de actividad. “Posiblemente las empresas tengan ciclos de ventas y caída de ventas de corto plazo. Entonces ajustan su plantilla de acuerdo con esas oscilaciones”, agregó.

El impacto de la rotación en trabajadores y empresas

Más allá de la conveniencia inmediata para las compañías, la rotación frecuente genera consecuencias que exceden lo financiero. Para Susmel, la alta movilidad tiene dos caras: “La rotación permite cubrir necesidades puntuales de las empresas y esa flexibilidad es buena porque reduce costos. Pero cada vez que un trabajador deja la empresa, esta pierde capital específico, es decir, conocimiento de los procesos y de la organización. Desde este punto de vista, la alta rotación tiene un efecto negativo y si persiste en el tiempo termina afectando la economía”.

Colina coincidió en que no siempre se trata de un beneficio neto. “Para la empresa no siempre es positivo. Pierden porque la gente, al rotar tanto, no está bien capacitada. Cuando se tiene una actividad permanente, como puede ser por ejemplo un supermercado, y las empresas hacen rotar al personal para ahorrarse la indemnización por despido, obviamente que no es bueno, porque la gente no se fideliza y la empresa tampoco tiene trabajadores comprometidos con el trabajo”, explicó.

De esta manera, la rotación laboral puede ser funcional cuando coincide con actividades de alta estacionalidad o proyectos acotados en el tiempo. Pero cuando se utiliza como estrategia para abaratar costos en sectores que requieren estabilidad, se convierte en un factor de fragilidad tanto para el trabajador como para la empresa.

Susmel también planteó que este comportamiento puede reflejar movimientos propios del ciclo económico. “La rotación puede estar mostrando que trabajadores y empresas buscan el mejor match entre empleo y productividad del trabajador”, dijo. Es decir, detrás de la movilidad puede haber intentos por encontrar un encaje más eficiente en un mercado donde las condiciones son cambiantes y los incentivos económicos muchas veces desalientan la permanencia.

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