Relaciones exprés: ¿qué está pasando con el amor hoy?
Psicólogos indican que muchas personas se acercan al vínculo amoroso con una expectativa individualista, donde la pareja debe funcionar sin generar fricciones.
Las relaciones amorosas duran cada vez menos y no es casualidad. La vida moderna, la ansiedad generalizada, el mandato de tenerlo todo y la imposibilidad de tolerar el deseo del otro están dejando huellas profundas en los vínculos, haciendo que sea mucho más difícil sostenerlos en el tiempo.
Para entender este fenómeno, la Agencia Noticias Argentinas dialogó con Jacqueline Orellana Rosenberg, licenciada en Psicología, quien observa este patrón con frecuencia creciente en su consultorio, relaciones fugaces, vínculos frágiles, y una profunda incomodidad con la diferencia que el otro representa.
“La ansiedad de hoy tiene que ver con no tolerar que algo nos falte, porque queremos tenerlo todo y eso también se traslada a la pareja: queremos que fluya, que el otro no nos interrumpa, que no nos presente diferencias. Pero eso es imposible”, explica Orellana Rosenberg.
La psicóloga señala que muchas personas se acercan al vínculo amoroso con una expectativa individualista, donde la pareja debe funcionar sin generar fricciones. Pero en realidad, el amor implica pérdida. No como algo negativo, sino como parte inherente del acto de elegir.
“El amor resta”, afirma Orellana Rosenberg y añade: “Ya lo dijo Gabriel Rolón, no lo voy a repetir yo. Pero es así: todo vínculo de alguna manera es una elección. Si yo elijo A, no tengo B. A partir de esa elección puedo ser libre. Pero si no puedo elegir, no hay libertad posible”.
Lo que hoy se observa, según la especialista, es una resistencia cada vez mayor a lo incómodo, a lo que interpela y a lo que desequilibra. “Cuando me relaciono siento que me desintegro”, ejemplifica y agrega: “Porque el deseo del otro me confronta con mi propia falta. Me recuerda que no soy completo, que no puedo estar en plenitud permanente. Y eso, en esta época que idolatra la completud, es insoportable”.
Una de las claves que menciona Orellana Rosenberg es cómo el discurso del empoderamiento, en su versión más rígida, está afectando los vínculos. “El empoderamiento de hoy quedó de la mano de la completud total. Yo puedo sola, me la banco siempre, nadie me hace dudar de nada. ¡Qué horror!”, dice con ironía. “Nos mostramos completas, y si no necesitás nada, ¿para qué sirve el otro?”, expresa.
La tendencia, advierte, nos empuja hacia la soledad disfrazada de libertad. Una soledad que no siempre es elegida: “Está muy de moda el café sola un martes a la mañana, el autocuidado, la autoayuda, todo el auto. Pero se nos va aislando. Porque el otro genera conflicto, y eso molesta. Pero necesitamos del otro. No solo para amar, sino para crecer”.
“En una pareja, cuando el otro te dice ‘esto me hace mal’, vos tenés que pensar en vos. Tenés que reflexionar, ver si podés modificar algo, entender por qué lo hacés. Eso es evolucionar. Pero es incómodo. Y hoy no nos creemos incómodos”, detalló la especialista.
En el mismo sentido, cuestiona también cómo se interpretó y patologizó la dependencia emocional: “Hoy parece que todo es dependencia emocional. Si te importa lo que hace tu pareja, ya sos dependiente. Pero claro que dependemos del otro, porque somos humanos y nos puede lastimar. No hay que olvidar que hay que relacionarse igual, a pesar de eso”.
Otro punto clave es el cambio de dinámicas que empieza a observarse entre géneros y expresó. “Últimamente, muchos hombres reclaman afecto. Están más sensibles, pero sin saber bien qué quieren. Y muchas mujeres, por el contrario, se volvieron rígidas, autoritarias. Como si hubiéramos tomado lo peor de lo masculino: lo duro, lo tajante, lo directivo, pero sin dirección real”.
“Estamos haciendo lo mismo que ellos. El macho proveedor de antes era inaccesible emocionalmente. Bueno, hoy hay muchas mujeres empoderadas, exitosas, independientes que tampoco se permiten ser vulnerables. Copiamos lo peor de los hombres”, dijo.
Desde su experiencia como terapeuta, Orellana Rosenberg afirma que los varones también están desorientados frente a este nuevo escenario. “Hay hombres que se sienten completamente fuera de lugar. Porque las mujeres no los necesitan, pero después se quejan de no sentirse queridas. Y ellos, en respuesta, reclaman afecto, pero no saben cómo ni qué. Se feminizan desde lo tóxico, como nos pasó a nosotras antes. Reclaman, pero sin saber qué quieren”, indicó.
Ante esta situación actual, Orellana Rosenberg propone un giro urgente en cómo entendemos el amor, el empoderamiento y el deseo. “Nos sigue pasando que no nos sentimos queridas. Aunque estemos más dignas que nunca, más completas que nunca. Todo tiene que fluir, todo tiene que ser perfecto. Y eso es insoportable”, manifestó.
El amor, en su visión, implica elegir, incomodarse, perder, ceder, necesitar, y muchas veces, aguantar. Pero no por resignación, sino por humanidad. “Nunca podemos con todo”, concluyó.
“Por eso necesitamos de vínculos. De afecto, de comprensión, de discusión. Necesitamos al otro. Y ese otro, por definición, va a ser distinto. Ahí está el desafío. Y también la belleza del amor”, señaló.
Finalmente, se entiende que para ser amado se debe estar incómodo, al no tolerar el diálogo con el otro o la crítica, vamos en búsqueda de algo más vacío, no somos capaces de poner a prueba nuestros conflictos y eso nos hace aún más vulnerables de lo que somos cuando amamos.