Mendoza y su cocoliche electoral: ¿Quién gana cuando todos pierden?
El autor de la columna no solo cuestiona el sustento ideológico de la alianza entre Cambia Mendoza y La Libertad Avanza, sino que además pone el foco en la fragmentación de las terceras fuerzas.
El “cocoliche mendocino” no es un dialecto, pero en política puede volverse lengua franca. La alianza entre Cambia Mendoza (oficialismo provincial) y La Libertad Avanza (oficialismo nacional) demuestra que, más allá de diferencias ideológicas, lo que une a estas fuerzas es su base electoral y la voluntad de gobernar. Sí, es una mezcla inesperada (como aquel híbrido de español e italiano de los inmigrantes), pero su objetivo es claro: ganar por el poder.
Las grandes perdedoras de este "cocoliche electoral" son las terceras vías, agrupaciones que, unidas, podrían arañar hasta el 30% del electorado, pero que hoy navegan en la irrelevancia. El Partido Verde, Libres del Sur; la Alianza Provincias Unidas (con el PRO y Difonso a la cabeza) y el Frente Libertario Demócrata (donde el Partido Demócrata terminó aliado con el Partido Libertario) no lograron articular una alternativa clara. Mientras el oficialismo y LLA capitalizan el descontento, estas fuerzas quedaron atrapadas en sus contradicciones y por supuesto, sus egos.
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El frente Cambia Mendoza + LLA es, sin duda, el experimento más audaz. Por un lado, el oficialismo provincial busca oxígeno en el arrastre nacional de Milei; por otro, los libertarios mendocinos, necesitan estructura territorial. Es una alianza de conveniencia: el radical mendocino aporta votos duros, los libertarios, energía anti-"casta". ¿Habrá coherencia ideológica? Probablemente no, pero en política, como en el cocoliche, a veces lo que importa es hacerse entender, aunque sea a medias.
Mientras tanto, las terceras vías parecen condenadas a ser el "dialecto olvidado" de esta contienda. El partido político del ex presidente, Mauricio Macri, que en otras provincias es alternativa, en Mendoza se diluye en una alianza donde no solo hay detractores del Presidente Javier Milei sino que pierde protagonismo en un rejunte de estructuras.
El Frente Libertario Demócrata parece una contradicción en sus términos (unir al tradicional Partido Demócrata con libertarios que cuestionan el statu quo), pero encuentran sentido en su temprano apoyo a “Las fuerzas del cielo” y su rechazo al kirchnerismo. Aunque comparten valores como la libertad individual, su impacto electoral será limitado: con suerte, rasparán un dígito. Más que una apuesta por el poder inmediato, esta alianza busca marcar posición en el espectro político mendocino.
Es evidente que los políticos profesionales apuntan a que el "cocoliche mendocino" funcione porque el electorado, hastiado de la grieta tradicional, premia la novedad (aunque sea incoherente). Las terceras vías, con su fragmentación, no tienen cabida en esta lógica. Su error fue no entender que, en 2024, la política se escribe en código de tercios. En síntesis, si los partidos similares no se conjugan en una gran alianza de centro derecha, lo demás suena a lengua muerta y los oficialismos ganan.
¿Ganaran estos experimentos? Depende. Si la alianza oficialista-libertaria logra ocultar sus contradicciones, podría barrer. Pero si los votantes notan que detrás del "cocoliche" hay más cálculo que convicción, el castigo será severo. Por ahora, Mendoza asiste a una campaña donde las ideologías se mezclan como verbos irregulares: se conjugan mal, pero todos entienden la intención.
Por Emiliano Follis