Los beneficios de ducharse antes de dormir 

Más allá de la higiene, ducharse por la noche puede ser una estrategia efectiva para mejorar la calidad del sueño. Para muchas personas, este acto se convierte en un ritual para "sacarse el día de encima" y prepararse para el descanso nocturno.

Según la ciencia, una ducha tibia antes de acostarse puede tener un impacto significativo en tu descanso. El calor del agua relaja los músculos y ayuda a calmar la mente, aliviando el estrés acumulado durante el día. 

Lo ideal es ducharse entre 1 y 2 horas antes de ir a la cama, ya que esto ayuda a regular la temperatura corporal: al salir del baño, la temperatura interna del cuerpo desciende ligeramente, una señal que el cerebro interpreta como preparación para dormir.

Beneficios de una ducha nocturna

Dormirse más rápido: Este hábito puede reducir el tiempo que se tarda en conciliar el sueño y favorecer un descanso más prolongado y sin interrupciones.

Ideal para el insomnio: La ducha tibia calma el sistema nervioso y reduce el estrés, dos factores clave que suelen interferir con el sueño, lo que la convierte en una gran aliada para quienes sufren de insomnio.

La temperatura es clave: Para obtener los mejores resultados, el agua debe ser tibia (entre 36 °C y 38 °C). El agua muy caliente puede tener un efecto estimulante, mientras que el agua fría puede generar un estado de alerta.

Un ritual para el buen descanso

Más allá de los efectos fisiológicos, el ritual de la ducha actúa como una señal para el cuerpo y la mente, indicándoles que es momento de desconectarse.

Para potenciar este efecto relajante, puedes añadir aceites esenciales como lavanda o eucalipto, y una ducha de no más de 10 minutos es suficiente para obtener todos los beneficios sin resecar la piel. Adoptar este sencillo hábito puede marcar una gran diferencia en la calidad de tu descanso.