La paradoja de Mendoza: peso económico alto, baja densidad empresarial
Aunque es la cuarta economía del país, la provincia presenta una densidad empresarial inferior a otras jurisdicciones más pequeñas. La Ciudad de Buenos Aires lidera con una proporción casi cuatro veces superior.
En el ranking nacional de densidad empresarial, Mendoza ocupa el décimo lugar con 12,4 empresas cada 1.000 habitantes, según un informe elaborado por el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (Ministerio de Capital Humano), la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y datos del Censo 2022 del INDEC, procesados por Argendata-Fundar.
La densidad empresarial es un indicador que mide la cantidad de empresas en relación con la población y permite dimensionar la presencia del entramado productivo en los distintos territorios. En general, una mayor densidad se asocia con más oportunidades de empleo formal y, por lo tanto, con mejores ingresos y condiciones de vida para la población. Sin embargo, este vínculo varía significativamente entre provincias.
En este sentido, el caso de Mendoza resulta llamativo: a pesar de ser la cuarta provincia en importancia económica a nivel nacional —por su participación en el PBI—, su densidad empresarial está por debajo de otras jurisdicciones de menor tamaño y peso económico. Provincias como Santa Fe (14,6), Río Negro (14,4) e incluso La Pampa (18,7) la superan en el indicador de empresas per cápita.
El economista José Vargas, director de la consultora Evaluecon, atribuye esta posición en parte a la situación actual de los sectores productivos clave de la provincia. “Tiene que ver con el mal presente del petróleo, de la viticultura, pero también particularmente con el presente del consumo, el consumo minorista, el consumo de servicios, el turismo particularmente. Es una provincia no diversificada que sufre las consecuencias de, por ejemplo, un tipo de cambio relativamente bajo que espanta el turismo receptivo”, explicó.
Según Vargas, ese freno al turismo repercute de manera transversal: “Cuando ese turismo receptivo lo desagregás, tenés comercio, restaurantes, hoteles, servicios... que sufren las consecuencias. Hemos visto la cantidad de empresas que han ido desapareciendo en los últimos años en una provincia que estaba muy atada a sectores de ese tipo”.
El ranking lo encabeza ampliamente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), con 43,1 empresas cada 1.000 habitantes. Esta cifra cuadruplica la densidad registrada en Mendoza y supera incluso a La Pampa, que se posiciona segunda con 18,7 empresas por cada millar de habitantes. En tercer lugar aparece Santa Fe, con 14,6.
El panorama nacional
Según el informe de Argendata-Fundar, el alto nivel de CABA refleja una fuerte concentración de actividades económicas y de servicios, con una presencia destacada de pequeñas y medianas empresas. En el caso de La Pampa, la densidad elevada se explica por una combinación de baja población y una gran cantidad de establecimientos rurales pequeños. Chubut, Río Negro, Tierra del Fuego, Córdoba, Neuquén y Santa Cruz también superan los 13 establecimientos por cada 1.000 habitantes.
Más atrás, y cerca del promedio nacional, se ubican Mendoza, Entre Ríos (12,4) y Buenos Aires (11,1). Esta última, pese a concentrar el 31% del total de empresas del país, aparece en el puesto 12 del ranking debido a su elevada población: representa el 38% del total nacional. En otras palabras, si bien tiene una gran cantidad de empresas en términos absolutos, su densidad es más baja cuando se considera la proporción respecto de sus habitantes.
Por debajo del promedio aparecen provincias como San Luis (9,9), San Juan (8,8), Chaco (8,4), Catamarca (8,2), La Rioja (7,8), Misiones (7,8) y Corrientes (7,7). Las últimas posiciones del ranking corresponden al Norte Grande, una región caracterizada por su menor desarrollo económico. Formosa (4,5), Santiago del Estero (5,8) y Jujuy (6,4) registran las menores densidades empresariales del país.
El estudio también analiza las diferencias dentro de cada provincia. En el caso de Mendoza, si bien no se detalla la variabilidad interna, se señala que en provincias como Córdoba, Santa Fe o la de Buenos Aires hay disparidades marcadas entre regiones. En CABA, por ejemplo, el norte y el microcentro concentran más empresas por habitante que el sur. En la provincia de Buenos Aires, el interior supera en densidad al conurbano, y en La Pampa, el este está más desarrollado que el oeste. Estas diferencias territoriales también se reproducen a nivel departamental en casi todo el Norte Grande, donde la escasa densidad empresarial es generalizada.
Diagnóstico sobre Mendoza
El economista Nicolás Aroma, asesor del justicialismo local, coincidió en que las dificultades de sectores como el petróleo o la vitivinicultura son parte del problema, pero planteó una mirada más estructural. “Más bien creo que esas dos actividades representan un poco lo que pasa en todos los rubros de la economía. Están teniendo un fuerte retroceso, principalmente el sector de hidrocarburos, pero es algo más generalizado”, explicó. Para Aroma, “Mendoza tiene frenados los motores de la economía; es un espejo tangible de la caída del Producto Bruto Geográfico desde hace 10 años. El ajuste está en el sector privado, sin dudas. Algo parecido se observa en el mercado laboral y los salarios. En el sector empresario también pega”.
El vínculo entre desarrollo empresarial y condiciones sociales también es abordado por el informe. Se destaca una fuerte correlación entre la densidad empresarial y el nivel de necesidades básicas insatisfechas (NBI), un indicador que mide pobreza estructural a partir de variables como la precariedad habitacional, el hacinamiento, el acceso a la educación o los servicios básicos.
Efectivamente, las provincias con mayor densidad de empresas, como CABA, La Pampa, Córdoba y Santa Fe, el porcentaje de hogares con NBI es inferior al 5%. En el otro extremo, en las provincias del Norte Grande —que tienen baja densidad empresarial— se observan los niveles más altos de pobreza estructural. La única excepción significativa es Tierra del Fuego, que, a pesar de tener una densidad empresarial alta (14,1), presenta también un nivel elevado de NBI. Esta particularidad se atribuye al rápido crecimiento poblacional por migraciones internas en las últimas décadas, que no fue acompañado de un desarrollo acorde de infraestructura y servicios básicos.
El informe concluye que un mayor desarrollo empresarial no solo favorece la creación de empleo, sino que también incide en los salarios, en los ingresos fiscales locales y en la calidad de vida general. Regiones con más empresas tienden a contar con mayores recursos para infraestructura, salud, educación y servicios, lo cual a su vez potencia la atracción de nuevas inversiones y contribuye a una economía más productiva.