Escuchar también es educar

La autora de la columna reflexiona sobre la importancia de la contención escolar y contar con docentes que tengan tiempo y herramientas para acompañar a los estudiantes.

ANALISIS

Lo que se vivió en La Paz con la adolescente atrincherada con un arma nos deja una enseñanza que no puede pasar desapercibida. Durante horas, toda una comunidad educativa estuvo en vilo, y más allá de los titulares y las imágenes, lo que queda es la necesidad de mirar con más sensibilidad lo que ocurre en nuestras escuelas. Hablar de crisis no es solo señalar carencias materiales, es reconocer que detrás de cada hecho hay historias de vida que necesitan ser acompañadas con respeto, con presencia y con escucha.

La escuela siempre fue ese segundo hogar donde los estudiantes pasan buena parte de su día, y cuando algo falla allí, no solo se resiente la enseñanza, también se resquebraja la confianza en que ese espacio es seguro. Por eso, más que acusaciones cruzadas, lo que necesitamos es un compromiso real que vaya desde los equipos directivos hasta las familias, desde las políticas públicas hasta la comunidad que rodea a cada institución.

Escuchar también es educar, porque escuchar significa detenerse a ver los signos de alerta, creer en lo que un adolescente dice y entender que muchas veces detrás de un gesto desafiante se esconde un pedido de ayuda. Significa contar con docentes que tengan tiempo y herramientas para acompañar, con equipos interdisciplinarios que puedan sostener sin estar desbordados y con políticas de salud mental que ofrezcan respuestas profundas y concretas.

Una escuela segura no se construye solo con protocolos, sino con condiciones que permitan habitarla plenamente: aulas con calefacción en invierno y ventilación en verano, meriendas y almuerzos suficientes, espacios de contención y diálogo, y vínculos de confianza entre estudiantes y adultos. Cuando esas condiciones se cumplen, se fortalece la idea de que la escuela es un lugar de cuidado, de aprendizaje y de encuentro.

Hoy más que nunca necesitamos una mirada colectiva, porque no se trata de cargar culpas, sino de asumir responsabilidades compartidas. La educación es el puente más sólido hacia un futuro con más oportunidades y, para que ese puente se mantenga firme, debemos sostenerlo con empatía, con escucha y con decisiones políticas que prioricen el bienestar de nuestros niños, niñas y adolescentes.

Porque escuchar también es educar, y educar es acompañar.

Por Silvina Anfuso, concejal de Godoy Cruz

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