Arqueólogos logran dar con la receta milenaria de un delineador de ojos
Arqueólogos logran reconstruir, por primera vez, la fórmula completa de un kohl de casi 3.000 años, hallado en una tumba de élite. Este descubrimiento en el Kurdistán iraní revela el uso inédito de grafito y profundiza en las sofisticadas prácticas cosméticas del antiguo Oriente Próximo.
La historia de la belleza y la ornamentación humana se enriquece con un fascinante hallazgo arqueológico: la reconstrucción precisa de la receta de un delineador de ojos utilizado hace casi tres milenios.
Un equipo de científicos, cuyo estudio fue publicado en la revista Archaeometry, logró este hito gracias al análisis de los restos conservados en un recipiente de cerámica, descubierto en una tumba de élite en Kani Koter, un cementerio de la Edad del Hierro en la provincia iraní del Kurdistán.
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Lo que hace singular a este cosmético es su composición. A diferencia de otras fórmulas de kohl conocidas, este pigmento negro se obtuvo combinando óxidos de manganeso (específicamente pirolusita) con grafito natural. La presencia de grafito es un detalle sin precedentes en las recetas antiguas de delineadores, lo que sugiere una tradición cosmética regional distintiva, posiblemente influenciada por los abundantes depósitos de este mineral en las cercanas montañas de los Zagros.
El contexto del hallazgo es igualmente revelador. La tumba, vinculada al reino de Mannea y contemporánea del poderoso Imperio Asirio, fue recuperada en 2016 tras un expolio parcial. En su interior, junto a armas de hierro y piezas de metales preciosos, se encontraron dos recipientes cosméticos (uno de cerámica y otro de marfil) con sus contenidos intactos y aplicadores. La ausencia de componentes orgánicos detectables en la fórmula del kohl plantea interrogantes: ¿fue una elección deliberada o se degradaron con el tiempo? Si fue lo primero, este maquillaje antiguo se diferenciaría drásticamente de los delineadores egipcios, que solían mezclar ingredientes inorgánicos y orgánicos.
Este descubrimiento no solo nos brinda una visión tangible de las prácticas de cosmética antigua en una región periférica pero culturalmente conectada al Imperio Asirio, sino que también subraya la sofisticación y diversidad de la historia del maquillaje. El uso del grafito como pigmento cosmético, documentado por primera vez, revela cómo las sociedades antiguas aprovechaban sus recursos locales para articular nociones de poder, belleza y cuidado personal a través de la ornamentación.